Introducción
¿Qué puede dejar de
positivo una crónica
histórica en torno
al tiempo presente?
Si alguna
consecuencia
positiva deja, ha de
ser ante todo una
apasionada
definición de
sentido. No tiene ni
siquiera validez
histórica una obra
que se convierta en
un mero catálogo de
nombres o en una
concesión a la vacía
vanidad de los que
se consideran
artistas. Por eso no
tiene sentido que
figuren en este tipo
de libros, los
pintores ahístóricos,
y entiendo con esta
designación los
artistas que no
aportan nada, y por
eso están fuera del
tiempo. Es indudable
que al estar fuera
del tiempo no pueden
ser incluidos em una
obra que utiliza
para nombrarse una
connotación
temporal: "pintura
argentina
contemporánea", y
esta afirmación no
significa ningún
juicio de valor
sobre esos pintores.
De todos modos el
autor ha querido se
lo más objetivo
posible, incluyendo
artistas que tienen
-equivocada o no-
una aceptación del
público y la
crítica; lo que no
quiere decir que sea
obligatorio no
sugerir una
estimación de
valores,
especialmente en
aquellos casos en
que ya tenemos la
perspectiva del
tiempo.
El plan seguido en
este libro no es el
estrictamente
generacional, sino
el de las
tendencias, y aun en
el único caso en el
que se habla de una
generación,
"generación
intermedia"
(designación
propuesta en esta
obra), se trata de
una generación que
en sí constituye una
tendencia, pues
establece un paso, y
al mismo tiempo un
vínculo entre la
figuración y la
abstracción.
Tiende actualmente a
desarrollarse una
especie de orgullo
nacional sobre la
importancia de
nuestra plástica, y
debe reconocerse que
las razones no
faltan. Nuestros
artistas se destacan
en el exterior, y
cada vez con mayor
frecuencia reciben
reconpensas en los
certámenes
internacionales.
Indudablemente,
estamos al minuto
con lo que pasa en
el mundo, y contamos
con artistas
realmente originales
(no demasiados), y
no tan sólo meros
epígonos como era la
regla del pasado.
Pero todavía no
hemos completado el
ciclo; todavía no
exportamos
principios rectores,
como países pequeños
de Europa lo han
hecho (por ejemplo
Holanda con el grupo
Estilo y con el
grupo Reflex-Cobra).
Nuestro arte tiene
hoy las bases
ideales: muchos
artistas de valor y
un importante
público, y hasta
críticos que se
equivocan con la
suficiente
frecuencia como para
equipararnos a los
países más cultos.
Pero tenemos un
curioso
apresuramiento y en
eso está el peligro,
porque no se logra
la seguridad, y
entonces el
desaliento es
rápido.
La internacionalidad
del arte
En la situación
actual del arte en
el mundo no se puede
hablar de la pintura
en un lugar
determinado sin
conocer lo que
acaece en la pintura
universal. Y eso
vale tanto para
nuestro país como
para Francia,
Italia, Japón o los
Estado Unidos. En la
actualidad no hay
movimiento renovador
que quede reducido a
los límites de un
sólo país: la
eclosión
internacional sigue
casi inmediatamente
a su aparición en
cualquier parte del
globo. Existe hoy
una verdadera
internacionalización
de la cultura: la
extraordinaria
rapidez y facilidad
de las
comunicaciones, los
gigantescos medíos
de difusión de las
ideas y de las
realizaciones son la
causa evidente de
este estado. Y si
las barreras
aduaneras o
ideológicas tienden
a aislar a las
naciones, la cultura
ha demostrado una
fluidez tal que toda
barrera resulta
absolutamente
inoperante.
Esta
internacionalización
del arte no excluye
la existencia de
características
nacionales y, por
supuesto, en cada
medio, de artistas
con particularidades
individuales. Pero
es evidente que las
grandes líneas del
arte, están trazadas
de modo similar en
todos los países del
mundo.
Establecido esto, un
panorama de las
tendencias actuales
en la Argentina no
puede prescindir del
arte universal en
toda su amplitud, de
un bosquejo de la
situación del arte
en el mundo en los
últimos años, y es
lo que haremos en
primer término, para
analizar después las
características
locales y las
diferencias
individuales de los
artistas en la
Argentina.
La abstracción de
tendencia
geométrica, que con
el nombre de arte
concreto o
constructivista
aparece dominante
después de la
Segunda Guerra
Mundial, es
lentamente
avasallada por un
movimiento pictórico
totalmente opuesto,
que con distintas
designaciones aparee
casi
contemporáneamente
en Europa y los
Estados Unidos y
llega a dominar el
panorama de la
pintura desde 1950 a
1956. Se lo llamó en
París, "abstracción
lírica", pero sus
sinónimos y
variantes son
numerosos. En los
Estados Unidos
recibió los nombres
de "expresionismo
abstracto" primero,
"action painting"
(pintura de acción)
después. En Francia
surgieron las
designaciones
sucesivas de
"informalismo" y "tachismo"
(galicismo este
impuesto en todas
partes del mundo y
que equivale a
manchismo). Aunque
ninguna de estas
designaciones
abarque en cada caso
la totalidad de los
artistas que
pretende comprender,
puede
considerárselas como
sinónimas. De todas
ellas se ha
difundido
especialmente la
afortunada palabra
"informalismo",
creada por el
crítico francés
Michel Tapié. Este
movimiento se opuso
totalmente a la
abstracción de tipo
geométrico, y más
ampliamente a toda
abstracción formal.
A la racionalidad
del tipo geométrico,
opone la
irracionalidad total
del impulso
interior. En ella,
la impulsión
cinética no
controlada, gestual,
la espontaneidad, la
improvisación,
constituyen las
características
dominantes. De allí
surge la velocidad
de realización
(recordemos a
Lathieu se
vanagloriaba de
pintar gigantescas
telas en pocos
minutos). Esta
tendencia es
heredera indudable
del automatismo
surrealista, que
preconizaba,
justamente un tipo
de escritura
artística espontánea
con eliminación
total del control de
la razón, pero
también es deudora
del subjetivismo
expresionista y de
su tendencia a la
improvisación.
El "informalismo",
que hacia 1956 llega
a su apogeo,
comienza entonces a
provocar resistencia
y reacciones entre
los artistas. Esta
reacción se
manifiesta en dos
corrientes
fundamentales: por
un lado el
resurgimiento de las
tendencias concretas
o constructivistas,
que continúan
silenciosamente su
evolución, llegando
a realizaciones
nuevas de gran
interés. Por otro,
la aparición de un
nuevo movimiento más
desaforado y
revolucionario: el
pop art.
Es en los Estados
Unidos, período de
auge máximo del
informalismo, cuando
se conoce la obra de
un artista,
Rauschenberg, quien,
usando ciertos
elementos del
informalismo, los
incorpora a un nuevo
tipo de arte, que
rompe totalmente con
la unidad frontasl
del cuadro. Incluye
en la tela objetos
reales en una
dimensión y por
mecanismos
inconcebibles para
la vieja técnica del
collage, y
presenta objetos
comunes o ensamblaje
de objetos
embadurnados o no
con pintura. En
1955, justamente,
expuso una verdadera
cama con todos sus
implementos,
embadurnada de
pintura y puede
decirse que en ese
momento nace el arte
de utilizar la
imagen popular que
constituye el centro
de la actividad del
arte pop. A
los pocos meses de
este gesto
revolucionario, otro
artista
norteamericano,
Jasper Johns,
partiendo de un
profundo estudio de
la obra de Duchamp,
realiza cuadros
sorprendentes en los
que reproduce al
infinito los objetos
más comunes y menos
aparentemente
pictóricos; banderas
norteamericanas,
blancos de tiro, o
números
tipográficos.
Estos nuevos
artistas rompen así
con el prejuicio del
sentido
trascendental de la
tela, concebida como
vacío pictórico que
debe llenarse con
una ilusión de
cualquier clase.
Para Rauschembreg,
este último tipo de
pintura ilusionista,
por más moderna que
parezca, se aparta
de la vida. Este
artista expresó
desde los comienzos
que su aporte
significaba
fundamentalmente
cerrar la brecha que
siempre ha estado
abierta entre el
arte y la vida.
Al propiciar
Rauschembreg cerrar
la brecha entre el
arte y la vida, los
artistas pop
que le suceden se
inspiran en la vida
cotidiana, y
especialmente en
aquello que tiene de
dominante y vulgar:
eligen como tema los
productos de gran
consumo, la coca o
la pepsi, las sopas
envasadas, los
emparedados o
hamburguesas, y las
imágenes más simples
más simples y
comunes que aparecen
en los carteles
publicitarios y en
las tiras cómicas.
Todas ellas forman
un conjunto que
podría designarse
con el nombre de
imágenes populares,
y constituyen el
fundamento de la
cultura de masas,
hacia la cual por
primera vez vuelve
los ojos al artista
plástico.
Este movimiento,
designado en sus
comienzos como
New Dada, es más
conocido hoy con la
designación de
pop art.
Debe considerarse
vinculado a la
actividad de los
artistas pop un tipo
de espectáculo que
adquirió rápida
difusión en los
medios artísticos de
vanguardia. Se trata
de los llamados
happenings
(acontecimientos), y
su principal
propulsor es Allan
Kaprow. Este artista
sintió la necesidad
de expresar lo
efímero del arte
(idea muy divulgada
entre los nuevos
artistas). Según
Kaprow toda obra de
arte sería sólo la
expresión de un
momento dado, y ese
es el momento que
debe recogerse en
toda su intensidad.
Cualquier pretensión
de eternidad en el
arte no tiene
sentido.
La reacción contra
el informalismo no
sólo está
representada por el
arte pop. Se observa
al mismo tiempo el
crecimiento de las
tendencias derivadas
de la abstracción
geométrica, o mejor
dicho las que a
partir de los
artistas concretos,
demostraron la
posibilidad de
explorar nuevos
caminos. Uno de esos
caminos lo recorren
los artistas que
sobre la base de
algunas
proposiciones del
arte concreto de la
primera hora, como
las de Moholy Nagy,
en especial, se
orientan hacia el
empleo de la luz y
el movimiento. Esta
tendencia recibe el
nombre de arte
cinético y en tal
modalidad se destaca
el grupo de
Recherche d'art
visuel de París,
capitaneado por el
argentino Le Parc.
Otro camino se
inició en los
Estados Unidos y
significó la vuelta
a una abstracción
más rigurosa, más
severa y menos
librada a la
espontaneidad. A
esta orientación
obedecen los
artistas cuya
tendencia ha sido
designada con el
rótulo de hard
edge (borde
neto) para
diferenciarla de la
mancha desflecada
del informalismo.
Pero el nombre de
nueva abstracción es
el que prevalece por
su carácter más
general para
designar tanto el
hard edge como
otras
manifestaciones de
igual sentido. Los
artistas de la
"nueva abstracción"
utilizan formas muy
simples, en general
geométricas, pero
solamente como
soportes pasivos del
color. Eliminan del
cuadro todo tipo de
composición o de
diseño, toda
actividad de las
formas entre sí. El
cuadro está
constituido por
simples círculos
concéntricos, o
franjas adosadas, o
un elemento único en
el campo, o
múltiples elementos
iguales y
distribuidos
uniformemente, de
modo que toda
actividad basada en
la diferenciación de
formas se anule. Las
telas constituyen un
"campo
contemplatorio", es
decir, un lugar que
incita a una larga
contemplación
desinteresada, que
no compromete ni
ideas, ni emociones
comunes.
Otros artistas
buscan provocar
situaciones
vinculadas a los
fenómenos de ilusión
óptica: se produce
así una movilidad no
real, sino ilusoria
que abarca desde el
fenómeno del muaré
hasta las
perspectivas
ambiguas.
Todos estos aspectos
de la pintura que se
dirigen
exclusivamente al
proceso de la
percepción han sido
reunidos últimamente
en los Estados
Unidos con el rótulo
de op art.
Desde hace algún
tiempo tiende a
difundirse con el
nombre de "nueva
figuración" un
movimiento que
preconiza el retorno
a la figura pero
incorporando los
recientes aportes de
las artes plásticas;
así vemos sumarse a
esta nueva
figuración los
aportes del pop
art, del
informalismo y aún
de la pintura
geométrica, en una
nueva síntesis que
no signifique un
puro y simple
retorno al pasado,
sino una afirmación
de territorios ya
ganados para el
arte.
Lo que puede
asegurarse es que
las últimas
tendencias han roto
con la noción
tradicional del
cuadro considerado
como ventana abierta
hacia un escenario
imaginario, sea
figurativo o
abstracto. Hoy, el
collage, las
pinturas combinadas
con objetos, la
pintura espacial
(vale decir sobre
una base
tridimensional), el
cuadro con forma (shaped
canvas), la
proyección luminosa
sobre la pantalla,
no dejan lugar a
dudas sobre esa
ruptura. Prueba de
ellos es que el
premio de la Bienal
de Venecia concedido
a Le Parc, fue el
Gran Premio de
Pintura.
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