La historia del arte está plagada de olvidos, desconocimientos e
injusticias, debido al carácter esencialmente subjetivo de la obra
artística y de la correspondiente subjetividad del juicio estético.
Lo que es notable para uno, puede ser pésimo para otro. Lope de Vega
dijo que El Quijote era el peor libro que había leído en su vida, y
as� fue siempre; sobre todo, cuando el otro est� cerca. Me duele que
un artista de la calidad de Helios Buira sea desconocido. La
injusticia siempre me ha dolido, y mucho m�s en el caso de Buira,
porque conozco la severidad con que trabaja, alejado de las modas,
solitario, tomando como punto de referencia los valores de los
grandes maestros. Helios Buira, tan gran amigo como extraordinario
artista. Una de las pocas amistades con que cuento para sobrellevar
mi existencia. Tengo la honda esperanza de que alguna vez su genio
ser� reconocido.
Ernesto S�bato
Santos Lugares, Oto�o de 1996
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De Ernesto S�bato
Carta
Lunes.
Gracias, querid�simo Helios, por su hermosa carta, por su inmensa y
profunda amistad. Lo sabemos aqu� atr�s, como �ngel guardi�n, no
s�lo por m�, sino, y sobre todo, de la pobre Matilde, que ha pasado
en estos d�as por momentos tremendos y sigue a�n como sostenida por
un hilo de seda. Pobre Matilde: su enfermedad he sido yo, porque
desde los 17 a�os me ha levantado una y otra y otra vez de pozos
profund�simos de depresi�n y descreimiento en mis propias
posibilidades; y no durante momentos sino meses y a�n a�os.
Conozco pues, lo que le pasa, pero es el precio: todo lo que vale
cuesta. Cuando le dije a Fernando que su obra me parec�a genial, lo
mismo creo de usted, porque para m� ese ep�teto no es �nicamente
art�stico, sino espiritual; porque se refiere a esa fuerza interior
irresistible que le permite a uno superar soledades,
incomprensiones, inmundicias, para poder llevar adelante lo que
tiene que decir. Y en tales condiciones el resultado tiene siempre
esa grandeza que justifica aquel ep�teto.
Ahora los snobs y papanatas y fr�volos y comerciantes se arrodillan
beatamente ante un ramo de flores de Van Gogh, los mismos que lo
miraron en su tiempo con indiferencia. Este es el (horriblemente)
triste destino de los verdaderos artistas
Venga a verme apenas llegue. �Usted tiene m�s confianza en lo que
pueda decirle esa se�ora de la Galer�a que en m�? �Qui�n es esa
se�ora? �Qu� representa?.
No se olvide del pobre Van Gogh. Y era Van Gogh, �no esa se�ora de
la galer�a!
Ver� si el estado de Matilde me permite ir ma�ana a su muestra. Har�
lo imposible.
Ernesto.
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De Liliana Heker
Estoy con Ernesto, mi marido, en el caf� casi m�tico de San Pedro,
uno de los pueblos que m�s quiero (no s�lo por sus barrancas y su
r�o; sobre todo porque all� nacieron y se nutrieron dos amigos
entra�ables, dos de los artistas argentinos m�s intensos del mundo
actual: el escritor Abelardo Castillo y el escultor Fernando Garc�a
Curten). De pronto Ernesto, me dice: "Ese que est� ah� debe andar
buscando a Fernando: mir� que cara de escultor tiene". Levanto la
cabeza y es as� que lo primero que s� de Helios Buira es su lev�tica
barba negra, el innegable aire de escultor, y una suerte de
generosidad o de grandeza que parece irradiar de toda su persona aun
durante el acto trivial de preguntarle al mozo la direcci�n de una
casa.
Debo aclarar que el mozo no sab�a la direcci�n. Por ese azar fuimos
nosotros quienes guiamos a Helios Buira en su primer encuentro con
Fernando Garc�a Curten. S� que para Helios nuestra aparici�n en el
caf� tuvo algo de m�gico, ya que lo condujo hacia alguien (un amigo,
un par) a quien tal vez hab�a estado esperando toda la vida. Para m�
esa escena en el caf� fue meramente un hecho feliz: me permiti�
conocer a un hombre y a un artista excepcionales. Y el orden no es
arbitrario: antes de ver la obra de Buira lo o� hablar a �l; conoc�
su pasi�n, como un fuego l�cido, y su sabidur�a respecto del arte
contempor�neo; corrobor� esa cualidad suya antes consignada, de
irradiar grandeza.
S�lo despu�s de estos acercamientos me top� por vez primera con una
de sus esculturas. Fue as�: yo estaba por entrar a su taller y ah�
estaba: una mujer desnuda, instalada con todo su cuerpo en el
estremo de un banco de plaza. Despu�s iba a saber algunas cosas
sobre la obra en general, pero nada iba a borrar en m� la impresi�n
que me produjo aquello tan carnal, tan perfectamente instalado en el
mundo como era la mujer, fundi�ndose con la desolaci�n, o
incompletud, o promesa de felicidad, que implicaba el banco de
plaza, o mejor, el hecho de estar, la mujer, situada en un extremo
del banco de plaza.
Despu�s iba a saber algunas cosas, dec�a; el propio Buira se
encargar�a de explicarme en el taller que esa mujer -ahora yo la
estaba viendo repetida y diversa hasta sugerir el Universo- se
llamaba Deola y ven�a de un poema de Pavese. Quiero ser irreverente
y explicar ac� que la explicaci�n no me importa en absoluto. Esa
mujer imp�vida y viva, primitiva y ferozmente contempor�nea, no
necesita palabras que la completen. Viene desde la prehistoria y al
mismo tiempo se instala con toda su plenitud -con todo su cuerpo- en
el tiempo actual. Una mesa de caf�, un banco de plaza, pero sobre
todo lo que falta de la mesa o del banco, esos huecos que
parad�jicamente extienden los objetos de Buira hacia el infinito,
ubican a esta mujer, antigua y maciza como su cuerpo, en un mundo
inacabado y pat�tico, un mundo que no puede ser otro que el nuestro.
Estas esculturas se instalan como testimonio desolado y vital de una
humanidad que se aniquila y a la vez, sigue clamando por la vida.
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De Fernando Garc�a Curten
La extra�a fiebre de Helios Buira
Juan Pablo Castel, que muchas veces ha viajado en este mismo tren,
dir�a que no hay casualidades.
Rodeado de solitarios en masa, voy a Santos Lugares, observo esas
figuras. Estudio con obsesi�n las espaldas curvadas, los torsos
desmembrados; piernas, brazos, manos que se aferran al equilibrio.
Cabezas inclinadas sobre vidrios sin paisaje, bocas cerradas, ojos
que no miran. Ver: ese es mi inevitable oficio.
Pero hay otro hombre. Sostiene su abundoso cuerpo en anchas piernas
plantadas sobre el piso inestable. sus manos parecen sabias y su
cabeza es cezanniana. Tambi�n sus ojos observan, tambi�n estudia,
tambi�n ve. S�, es otro y lo reconozco. En un tiempo distinto, en el
que ya no importa el antes o el despu�s, esa misma cabeza se
asomar�a por la ventana de mi taller para reconocerme y
reconocernos.
Y nos conocemos desde hace mucho tiempo, desde antes de viajar en
trenes atestados. Lo s�, ahora que soy yo el que se asoma a trav�s
de la ventana del taller de Helios Buira, el hombre de las manos
sabias. Lo s�, ahora que mis ojos recorren sus figuras: gordas
metaf�sicas de anchas piernas plantadas sobre el inestable planeta.
"Para ser original hay que volver a los or�genes" En medio de
engranajes opresores, chucher�as cibern�ticas y tecnolog�a sin alma,
Helios Buira, testigo insobornable, redime el origen. Con tierra,
agua fuego y aire, trastorna el espacio en vol�menes rotundos y en
un banco de plaza instala la soledad m�s insoportable. "Las
obsesiones tienen sus ra�ces muy profundas y cu�nto m�s profundas,
menos numerosas son" Y una de esas figuras abundosa se sienta en un
bar. La materia modela la espalda curvada y se desgarra para siempre
en la mesa. Al borde de esa grieta abismal presiento el adentro
inexorable, pero tambi�n la gran verdad del escultor: su esperanza.
Desde ese borde de barro antiguo habr� que elegir.
Sin titubeos ni concesiones, por la bondad y la belleza, Helios
Buira dibuja testarudo en el papel o en el espacio. Obstinada
elecci�n para reparar la realidad destruida. El artista de las manos
sabias repara y nos salva.
Me alejo silencioso de su taller. S� que estar� pensando: "Tengo una
fiebre extra�a: se llama vida"
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De Osvaldo Barone
Una medianera es el l�mite entre S�bato y Helios Buira
Si alg�n te�rico utilizara su nombre como excusa para justificar que
el talento es contagiosos, habr�a que creerle. El escultor Helios
Buira -quien actualmente vive en el fondo de la casa de Ernesto
S�bato- comparte la gracia del genio con uno de los m�s grandes
escritores argentinos, aunque en su caso prefiere modelar el
silencio y convertirlo en imagen antes que internarse en el siempre
oscuro laberinto de las palabras. Sus obras, hasta el pasado domingo
expuestas en las salas 3 y 5 del Centro Cultural Recoleta, muestran
algunas de las obsesiones que marcaron toda su vida: la forma de los
cuerpos, la sugerencia femenina que bajo el nombre de Deola
simboliza el Universo y que llega a la escultura desde una poes�a de
Cesare Pavese, la desolaci�n de la carne hecha obra de arte.
Seg�n cuenta la novelista Liliana Heker, la presencia misma de Buira
encierra en s� parte de la magia de su trabajo. "Estaba con Ernesto
en el caf� casi m�tico de San pedro -dice Heker-, uno de los pueblos
que m�s quiero (no s�lo por sus barrancas y su r�o; sobre todo
porque all� nacieron y se nutrieron dos amigos entra�ables, dos de
los artistas argentinos m�s intensos del mundo actual: el escritor
Abelardo Castillo y el escultor Fernando garc�a Curten)" Y agrega: "
De pronto Ernesto, mi marido, me dice: "Ese que est� ah� debe andar
buscando a Fernando: mir� que cara de escultor tiene". Levanto la
cabeza y es as� que lo primero que s� de Helios Buira es su lev�tica
barba negra, el innegable aire de escultor, y una suerte de
generosidad o de grandeza que parece irradiar de toda su persona aun
durante el acto trivial de preguntarle al mozo la direcci�n de una
casa. Debo aclarar que el mozo no sab�a la direcci�n. Por ese azar
fuimos nosotros quienes guiamos a Helios Buira en su primer
encuentro con Fernando Garc�a Curten. S� que para Helios nuestra
aparici�n en el caf� tuvo algo de m�gico, ya que lo condujo hacia
alguien (un amigo, un par) a quien tal vez hab�a estado esperando
toda la vida. Para m� esa escena en el caf� fue meramente un hecho
feliz: me permiti� conocer a un hombre y a un artista
excepcionales."
La escultura no es, se sabe, convocante exaltada como la pintura:
exige del espectador una mirada de silencio no de erudici�n ni de
esnobismo. Buira lo sabe. Y acaso por eso es reservado y modesto. No
por casualidad Ernesto S�bato, jugando ex profeso con los banales,
suele decir: "Es un gran escultor. Vive en el fondo de mi casa".
En realidad, ambos viven uno al lado del otro. S�lo que uno de ellos
es el c�lebre.
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PARTE DEL AIRE
Esculturas de Helios Buira en Recoleta
Hasta el domingo 10 puede visitarse, en el Centro Cultural Recoleta,
una conmovedora serie de esculturas, y dibujos de Helios Buira.
El artista realiza esta vez, y a su manera, un homenaje po�tico y
testimonial a la joven anarquista argentina Soledad Rosas, que
muriera tr�gicamente el a�o �ltimo en una c�rcel de Italia. En la
visi�n particular de Buira, la imagen desoladora de esta mujer de
poca suerte se transforma casi en un haz luminoso. Con un
tratamiento minucioso y sensible, Buira acusa al mundo de las
apariencias, cruel e individualista, por haber condenado a los seres
que no pueden adaptarse a sus reglas. Estas esculturas son el
resultado de un extra�o cruce entre formas abstractas y perfiles de
una realidad cruda. Nadie que las vea y se deje llevar por su
impronta podr� quedar indiferente. El cuerpo sin vida de Soledad
Rosas cuelga desde el espacio, ubicado para siempre en un punto en
el que ya nadie puede hacerle da�o.
Helios Buira . Esculturas. Hasta el 10 del actual, en el Centro
Cultural Recoleta. Jun�n 1930. Tel. 803-1041. Martes a viernes, de
14 a 21; s�bados y domingos, de 10 a 21. Gratis
Publicado en el Diario La Naci�n, de Buenos Aires, el viernes 8 de
enero del 2000
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Expone el escultor Helios Buira
El Centro Cultural Bigu�, reinicia su actividad art�stica para 1995,
invitando a la muestra del gran escultor argentino Helios Buira
Con toda una vida dedicada por entero al arte, Buira estudi� en la
Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano. Fue disc�pulo y luego
ayudante de los maestros Antonio Puj�a y Naum Knop. Trabaj� por
muchos a�os en el Taller de Escultura Escenogr�fica del Teatro Col�n
de la Ciudad de Buenos Aires.
Su encuentro en 1976, con Ernesto S�bato (profundo admirador de la
obra de Buira) y su literal vecindad con el gran escritor, marca su
escultura de nueva elocuencia y patetismo.
No expone sus obras con asiduidad, siendo su �ltima presentaci�n la
del Centro Cultural Recoleta en 1990. Tampoco participa en
cert�menes pese a haber obtenido a�os atr�s premios y
reconocimientos. Es muy importante su labor docente, dirigiendo el
Centro Cultural Juan Carlos Castagnino (1984-1989). Fundador, junto
a Fernando Garc�a Curten, el "Taller del Fondo" y en la actualidad
conduce "La Ermita", su propio taller de ense�anza. Es adem�s,
Coordinador General en el Centro Cultural Recoleta.
El Centro Cultural Bigu� considera que la presencia del escultor y
dibujante Helios Buira en sus salas, como un acto de estricta
justicia hacia uno de los m�s s�lidos artistas argentinos
contempor�neos. La muestra integrada por esculturas y dibujos, ser�
presentada por la escritora Liliana Heker y el escultor Fernando
Garc�a Curten, quedando inaugurada el 28 del actual, a las 19:30.
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De Hern�ndez Rosselot
Helios Buira presenta su muestra personal de esculturas (Galer�a
Christel K)
Ha estudiado en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, pero no
es un cl�sico. Se perfeccion� con Antonio Pujia y ha sido su
ayudante en la Escuela-Taller durante algunos a�os; pero su
concepci�n escult�rica es diferente de la del maestro. Posee
experiencia de escultura escenogr�fica con el maestro Ermando Bucci,
en el Taller de Escultura del teatro Col�n de la Ciudad de buenos
Aires, pero rehuye lo aleg�rico. Ayud� al escultor Naum Knop a
concretar murales y a la escultora Lidia Ju�rez en el monumento al
Inmigrante, emplazado en la Ciudad de Bah�a Blanca.
Pero lo que Buira exhibe son peque�as terracotas, algunas de las
cuales fueron posteriormente patinadas; pero su vigor y grandeza
tienen el tama�o de la vida. El personaje es tan real y concreto
como una ficci�n templada por lo imaginario, por cuanto la
inspiraron lecturas de S�bato (H�roes y Tumbas) y Cesare Pavese,
quien ide� esta mujer llamada Deola.
El escultor la ha modelado con fuertes vol�menes. Acostada o
reclinada, de pie o sentada en el banco de una plaza. Son muchas las
variantes y la viste con su propia carne abundosa, hecha con una
materia �spera, rugosa, al igual que su existencia. S�lo sublimada
por la est�tica que redime la desdicha tan plena como los vol�menes
que la determinan. Una mujer fuerte, albergadora de existencias
propias y ajenas.
En suma: una obra lograda y un artista que es ya m�s que una
promesa.
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De Luis Felipe Noe
Texto presentaci�n de la muestra realizada en el a�o 2002, junto con
la pintora Mirta Narosky en el Centro Cultural Recoleta.
Un mundo + Un mundo = Otro Mundo
La amistad y/o el posicionamiento est�tico com�n son los factores
que generalmente hacen que dos o m�s artistas expongan juntos. En el
caso de Mirta Narosky y Helios Buira esas caracter�sticas se
encuentran pero como consecuencia y no como motor de su asociaci�n,
causada esta por otro motivo: el mutuo descubrimiento de sus
coincidencias en "sus mundos".
�C�mo son �stos y cu�les son aquellas?
Seres humanos asomados a vac�os que son contemplados desde vac�os,
construcciones que son barreras entre ambos, soledades
multitudinarias o multitudes solitarias (da lo mismo si est�n
representadas por muchas personas o por una sola) Helios lo plantea
sin color, mera forma, dado que lo hace en esculturas peque�as
(dimensi�n de lo �ntimo). Mirta, en cambio, en cuadros dibujos con
fondos categ�ricos de color. O sea en Helios el espacio es el real
planteado como un vac�o, en Mirta es un grito: el color -ese viejo
anarquista metebombas. se expande solitario con toda su fuerza. En
las obras de Helios una mujer acompa�a a un ahorcado que pende de un
marco y hombres y mujeres pispean el amor de otros trep�ndose a los
muros. En los cuadros de Mirta, hombres y mujeres se asoman o danzan
en el vac�o-grito, ya sea azul, rojo o amarillo.
As�, entre los dos terminan objetivando sus subjetividades al bordar
entre ambos su coincidencia. De esta manera sus "mundos" se
convierten en un planteo pl�stico y anuncian una amistad de cosmo-visiones.
La suma de los dos "mundos" hace otro mundo distinto a los que se
adicionan: si estos son testimonios de soledad, al unirse, revelan
coincidencia.
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C�sar Magrini dijo:
HELIOS BUIRA esculpe y muestra sus trabajos bajo la denominaci�n de
Deola de buenos Aires, aclarando de paso que se trata de un homenaje
al gran poeta italiano Cesare Pavese, lo cual implica soledad e
invencible tristeza en su obra (hay asimismo algunos dibujos que
sirven de punto de partida para la comprensi�n de su camino hacia la
concreci�n de las formas en el espacio), abandono, resignaci�n y
fatalismo.
Por otros senderos transita, empero, la capacidad creadora del
artista: por los mejores. Trabaja con soltura y con elocuencia los
materiales, asomando de vez en cuando una chispa de optimismo en sus
figuras -mujeres desnudas, en decadencia- y la certeza innegable de
aquello que tan acertadamente Pavese defin�a en el t�tulo de uno de
sus libros: "Lavorare Stanca".
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De Luis Gruss
DEOLA DE BUENOS AIRES
Para los que est�n cansados de recorrer galer�as de arte donde
sirven buen vino y saladitos -cualquier cosa menos arte en serio,
cualquier cosa menos esfuerzo- la propuesta es simple: llegarse
hasta el Centro Cultural Recoleta, y ver los bocetos y las
esculturas de un se�or barbudo llamado Helios Buira.
La muestra es en rigor un homenaje al italiano Cesare Pavese, autor
del poema Los pensamientos de Deola, versos que Buira ilustra con
figuras abundosas y desesperadas, macizas y desoladas en su
portentosa humanidad.
Para ser original hay que volver a los or�genes. Buira lo sabe y por
eso, al igual que su colega Fernando Garc�a Curten -otro peso pesado
de la escultura viva que a�n se hace en este pa�s- echa luz a formas
tan reales como los poemas de Pavese.
(Texto escrito por Luis gruss, para una de mis muestras publicado en
en diario Sur)
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Alejandro Castelli
Una Carta.
Querid�simo Helios:
Acabo de recibir tu carta que me alegr� much�simo y que estaba
seguro que en alg�n momento llegar�a.
No me disculpo por el silencio y la distancia, pues ya hemos
acordado que entre hermanos existe esa uni�n sutil que los
trasciende. Sin embargo, es cierto que algo pas�.
No s�, pero estoy tratando de ir por el Centro Recoleta para verte
desde octubre pasado y cada fin de semana, incluso estando ya por
salir, pasa algo, algo me traba.
Estoy profundizando en la Astrolog�a; en estos momentos, y por
bastante tiempo m�s, tengo a Saturno, el Maestro Espiritual y el
Se�or del Karma, en mi casa de la Personalidad. �l, naturalmente
frena y demora. No s� si ser� eso, o este sistema que por momentos
me abruma. Hacia fin de a�o, s�lo pensaba en el alquiler. El Arte,
el Esp�ritu, el Amor, eran s�lo palabras lejanas y difusas. En este
Nuevo Tiempo, en cambio, sin que haya cambiado en nada mi situaci�n
material, el Maestro me ha hecho reflexionar (supongo) y estoy
trabajando a nivel profundo para rearmarme y volver a la lucha
espiritual que tan bien describ�s en tu Carta-Manifiesto.
Esta semana me va a ser dif�cil llegarme por tu casa (la pr�xima
seguramente ir�) Por eso te mando este abrazo de papel y tinta, dos
materiales que ambos amamos, con la confirmaci�n de mi
inquebrantable y profundo afecto.
Y un saludo de nuestro amado Michel�ngelo Buonarrotto.
Que est�s Bien.
El Vasco.
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De Mirta Narosky
Carta
Querid�simo Helios
Como siempre, mi v�mito epistolar. Son las dos de la ma�ana y como
si las piezas de ajedrez se acomodaran una a una para mostrarme el
Jaque Mate, aqu� estoy escribi�ndote sin poder dormirme.
Vine para el taller en autom�tico, sin saber si para pintar, o
escribir, o ambas, porque tengo una gran angustia en la garganta y a
la vez una emoci�n por la claridad que cada vez m�s invade mi mente
y mi alma.
Te escribo porque sos la ayuda que necesito para convencerme de la
magia del Arte, para sentir que estamos cerca de Van Gogh cuando le
escribe a Theo, que las nuestras est�n en la misma Energ�a. Sab�s
que siempre dudo. No s� por d�nde empezar. Lo cierto es que estoy
teniendo evidencias a diario de que la muestra que haremos juntos,
es atinada en extremo: "El amor en tiempos de horror" o "Entre el
amor y el horror". T�tulo que ya ser�.
Acabo de terminar de ver una pel�cula de tres horas de duraci�n que
es emblem�tica para lo que nos ata�e: "La mirada de Ulises". Por
favor, alquilala, comprala, aunque s� que no ten�s equipo para
pasarla, pero hac� algo para verla. Es exactamente el amor en
tiempos de horror, hay m�sicos tocando en la guerra de Sarajevo, hay
actores, pero no hay pl�sticos; esa es la parte que falta: nosotros
y nuestra muestra.
Por otro lado -estoy verborr�gica, disculpame- ayer estuve en la
galer�a donde voy a exponer en diciembre y me sucedi� algo incre�ble
o algo demasiado fuerte como para aceptar. Esper� por una hora a la
galersita que me cit� a las cinco de la tarde y lleg� a las seis.
Entonces aprovecho y converso con el secretario que, desde que lo vi
por primera vez lo asoci� con un alumno m�o cordob�s de 28 a�os, que
muri� de Sida. Cada vez que veo a este chico me recuerda a mi alumno
y se lo dije, sin contarle que muri�. Es homosexual y cada vez que
me cuenta algo, lo relaciono m�s. Pero ayer fue el sumun. Cuando
lleg� la galerista, dije en voz alta: Mirta, tranquila (por la
espera) Ommmm Ommm y �l me contest� que dijese una frase algo as�
como: Namiojo Rencovenkio. Se me eriz� la piel. Mi alumno, Gustavo,
era budista y me ense�� exactamente esas palabras. La �ltima vez que
las escuch� fue cuando al a�o de su muerte me llamaron para asitir a
una meditaci�n budista en su honor y recuerdo. Se lo dije al
secretario y ah� le cont� todo, su muerte por Sida. Y este chico se
acerc� a mi o�do y me dijo: -Yo tambi�n tengo HIV, pero no me voy a
morir.
�Pod�s entender querido Helios, lo que sent�? Ca�an l�grimas por mis
mejillas. Es "el", mi alumno, con otra oportunidad.
�Me est� pasando de todo! Ya te contar�. Ve�monos por favor esta
semana. Ven�, porque sino, exploto. Lo terrible y lo hermoso
coexisten totalmente, todo el tiempo. Y a�n lo hermoso no nos
animamos a vivirlo completamente y a veces en esta coexistencia,
solemos aceptar el horror. Si pudiera con la imagen de todo esto que
siento, har�a obras maravillosas. Algo me acerco, pero no llego
todav�a.
Recib� tu carta. No te vi en la muestra de la SADE y no pude ir al
Recoleta. Agarr� el tel�fono -que no muerde- y llamame. Mi peque�o
cuerpo no resiste tanta cosa sola �entend�s? �SOS!, amigo del alma.
�SOS!
Hay otra cosa que quiero contarte, pero esto debe ser personalmente.
�Contestame, llamame, visitame!
Besos de alma a alma.
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LA HUMANIDAD DE HELIOS BUIRA
Rolando Gabrielli
El trazo de Helios Buira es absolutamente humano. Viaja de la mano,
al coraz�n del observador m�s distra�do. En la representaci�n de su
autor, est� el abrumador mensaje de la sencillez. Una l�nea que
desemboca en s� misma y respira el aire del espacio que acumula para
transformarse en figura �nica.
Las mujeres de HB son tenaces, aguerridas, porf�an m�s all� de la
imagen y se sostienen por un af�n de ser a�n en el vac�o, en la
imposibilidad.
Tiran de una soga real e invisible el sue�o que habilitan; a veces,
pareciera, a trav�s de un esfuerzo superior y soportan el juego
in�til de la des-esperanza. No dejan de ser ellas, el gesto de la
victoria o de la derrota, m�s bien dir�an, trazan su propio camino.
Posan y reclaman su espacio, pero no dejan de compartir y disfrutar
en la medida de su libertad, sus vidas con el Maestro que las recrea
en madonas aparentemente desnudas, porque s�lo est�n despojadas de
sus ropas. Les anima un esp�ritu tenaz, propio de la autenticidad.
No hay un doble fondo en sus im�genes, como mu�ecas rusas, sino la
simple piel desde los p�rpados al tal�n de los pies.
A Helios Buira lo conoc� en Internet hace algunos a�os y es el fiel
retrato de sus propios personajes: un sentido humano de las gentes y
las cosas. Un artista que deambula en el yo colectivo, pero no se
arrima a ning�n �rbol frondoso, sino camina con pies y pasos
propios. Es un poeta de la Mancha, no por la tinta que usa, sino lo
quijotesco en el real sentido del t�rmino.
No tengo muchos datos del autor y para una obra que es fiel
expresi�n de su autenticidad, poco se requieren. S� que es argentino
y a m� me parece suficiente. Oye, me digo, estamos en el siglo XXI,
una era catastr�fica, espeluznante, decadente, terror�fica, c�nica,
banal, atiborrada de part�culas de mierda que pretenden ser un
caleidoscopio de Disney. En ese inmerso mar en que nos encontramos,
sigo pensando que el horizonte es bello y s�lo hay que apartar las
cucarachas frente al soleado mar o en ese panorama, escenario g�lido
con que nos llenan de escalofr�o las noticias y sus mentiras.
El Arte trasciende y porf�a m�s all� de la t�cnica del reciclaje, la
far�ndula, del propio mercado y de la indiferencia burlona de los
amos del gusto.
Helios Buira nos entrega su mirada, primer derecho de un artista,
todo lo dem�s corre por su cuenta, amigo espectador, observador,
internauta. La obra es un acto individual, como el amor porque se
comparte.
En todo este arte e inspiraci�n, trabajo, debo decir a confesi�n de
su autor est� el personaje del inolvidable Cesare Pavese: Deola.
Mujer de la vida, que sentada en el caf� disfruta un cliente por las
noches y los escoge a su manera o no. Los hombres acuden a ella para
sacarse sus caprichos que no les dan la esposa ni la novia.
Deola es esta musa. |