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POESÍA
Los poetas
 
MIGUEL ÁNGEL
Madrigales y Sonetos - Volver a texto
 
MADRIGALES
 
Madrigal I
 

¿Qué fuerza a tí me impulsa atado, opreso,

No obstante hallarme libre de atadura?

Si a otros sin cadena tienes preso

Y a mi pecho envolviste con finura,

 

¿Quién me defenderá de tu hermosura,

De tu mirar que acecha;

Desde dónde el amor lanza su flecha?

 

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Madrigal II

 

¿Cómo es que yo soy mío? ¿Quién me excede?

¿Quién es el que me habita,

Quién tanto en mí gravita

Y lo que yo no puedo en mí él lo puede?

¿Cómo mi pecho hiere

Sin tocarme siquiera?

¿Qué es este amor? ¿Qué quiere

Que así al deseo encanta;

Que al alma en forma entera,

Penetra y se agiganta

Para luego aflorar de mil maneras?

 

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Madrigal III

 

Si lo que mucho agrada,

Visto a menudo incita a ser amado;

Si lo que desagrada,

Con el trato frecuente se hace bello

Al corazón, que torpe no ha observado;

Es del virtuoso amor la llamarada.

A mí (vos y el amor ya saben de ellos,

Sin yo hacerlo evidente),

Ocasión y costumbre no me ataron;

No conocía tu mirar luciente,

Circunscrito a un afán de escaso vuelo.

Tus ojos me incendiaron:

No os vi más que una vez en mi desvelo.

 

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Madrigal IV

 

Por un leal ejemplo a mi tendencia,

Al nacer me fue dada la belleza;

Que me es en las dos artes luz y espejo,

Y quien tal niegue es falso en su creencia.

Ella conduce el ojo hacia la alteza,

Y a esculpirla y pintarla me aparejo:

Pues es el juicio osado, el desatino,

Que al sentir quitan la beldad que enciende,

Y al cielo guía al intelecto sano.

No van de lo mortal a lo divino

Los ojos enfermizos; y ni ascienden

Donde ascender sin gracia es pensar vano.

 

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Madrigal V

 

Toda cosa que veo ruega, intima

A que continuamente os siga y ame,

Pues lo que no seáis vos no es un bien mío.

Amor que a otro prodigio desestima,

Quiere por mi salud que busque y clame

Sólo a vos, sol, y así quede vacío

Mi ser de otra esperanza y otro anhelo.

Quiere que vida y celo

Sienta también por esa que la anima,

A su rostro y mirada, vuestra esencia:

Ojos de mi exustencia,

Quien se va de vosotros se obscurece:

Que el cielo, si no estáis, no resplandece.

 

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Madrigal VI

 

¿Cómo tendré ya fuerza.

Lejos de tí para aguantar la vida,

Si no os suplico ayuda en mi partida?

Los llantos, los insultos, los lamentos

Que os tributaba mi ánimo doliente

Demostrarán, señora, duramente,

Mi muerte próxima y mis sufrimientos.

Más si fuera verdad que por la ausencia

Mi esclavitud jamás olvidarías,

Y para que recuerdes mi existencia,

Os dejo el corazón: no es prenda mía.

 

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Madrigal VII

 

Mi refugio y mi última esperanza

(Cuál más segura o fuerte)

Es llorar y rezar ¡triste impotencia!

Amor y crueldad sobre mí avanzan:

Uno con arma pía, otra de muerte;

Esta me mata, aquel me da asistencia,

Así en su efervescencia,

El alma intenta huir para salvarse.

Ya antes quiso marcharse

Hacia el lugar que siempre hallarse espera;

Mas la imagen señera

De la cual vivo, en mí entonces renace,

A fin de que a la muerte amor rechace.

 

 

 


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© Helios Buira

San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017

Mi correo: yo@heliosbuira.com

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