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Jacobo Kogan
De su libro La religión del arte (Emecé 1987)
 

La religión del arte - La religión del arte en el romanticismo -

Novalis - Gérard de Nerval - Baudelaire - Rimbaud - Conclusión -

 

Baudelaire

Baudelaire no deja de concebir la existencia como envuelta en la realidad de un hondo misterio, pero palpa esa turbadora presencia dentro del mundo sensible. Lo que Baudelaire designa como espiritual es la belleza creada mediante la actividad artística, lo humano transfigurado por la poesía. Baudelaire experimenta en su interior un vacío (le Gouffre), que tenderá a llenar con el ejercicio de la imaginación y del ensueño, pero sin esperar que este esfuerzo conduzca al logro de una saber último de lo real, que estima inalcanzable. La idea de infinitud no conduce al "Dios que se retira" siempre en lo sobrenatural, sino que consiste en una trama de relaciones infinitas entre las cosas y los conocimientos, una correspondencia que el poeta descubre desplegándose en una concentración terrestre de paisajes, de recuerdos, de imágenes. La imaginación penetra en lo más íntimo de los objetivos con el fin de hacer estallar este núcleo y alcanzar así en profundidad la diversidad de las cosas con la totalidad de un mundo. El infinito no comporta , como se ve, ningún carácter sobrehumano ni el recurso a ninguna trascendencia; abarca solamente una totalidad terrena, se encarna plenamente en una infinitud horizontal de cosas concretas.

Esta infinitud de relaciones y analogías internas estructuradas, el poeta se empeña en llenarla con la belleza del lenguaje. Edifica así un orbe propio, pletórico de sustancia espiritual, que colma el vacío del corazón y la nostalgia de la insatisfacción humana.

No faltan en Baudelaire motivos religiosos enlazados con los objetivos estéticos; ve en lo infinito de las cosas y en el fondo del alma la presencia de lo eterno y hasta admite la continuación de la vida después de la muerte; pero no admite que en lo eterno y lo inmortal se halle ausente la belleza del mundo sensible. Por el contrario: "Ese admirable instinto de lo bello, observa, nos hace considerar la tierra y sus espectáculos como un atisbo, como una correspondencia con el cielo" Mediante un acto de voluntad, con una magia similar a la de Novalis, aspira a contemplar la unidad eterna a través de la multiplicidad de lo concreto. Quisiera "apoderarse inmediatamente, en esta tierra misma, de un paraíso revelado". Hay así una religión del arte en Baudelaire, que confiere el valor supremo a la belleza que habita en la plétora de las imágenes del mundo que percibimos.


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© Helios Buira

San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017

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