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LA NOVELA | ||
Como un diario de memorias | ||
LA NOVELA Sólo queríamos ser lo que éramos. Militantes de la vida 46 Acaricié sus cabellos, ella apretó la cabeza sobre mi hombro. -Siento un estado de paz -dijo-, de armonía. Durante varios años no fue de esta manera, vivía en la incertidumbre, de un lado para otro. -A veces -dije- pienso en estas cosas que decís, para mí un misterio o algo hermético y ese pensamiento gira de manera vertiginosa fragmentado en montones de pensamientos. -¿Qué es lo que pensás? Dijo. -Muchas cosas. Muchas. -¿Pero hay alguna que puedas decirme? -Si claro -dije-, es más te podría decir todo eso que pienso y que en el tiempo te iré diciendo pero, se me hace, que más que decir, sería preguntar. -Preguntar… Dijo. -Sí, Cristina, pero a la vez, aparece aquello que me dijiste sobre que no te preguntara, entonces no me resulta fácil decirte algunas cosas; hay algo que me cuesta o nos cuesta decir. Había retirado su cabeza de mi hombro, estaba erguida, me miraba fijamente a los ojos, como esperando o adivinando que comenzaba a abrirse una puerta hacia un lugar que ella tenía bien guardado. -Si -dijo-, son muchos años de no vernos y en esos años pasaron montones de cosas, algunas muy hermosas, otras no tanto y otras, decididamente en el horror. -¿Ves? -dije- sobre esto último que acabás de decir es donde te diría que se centra mi pensar, mi querer saber, no por el hecho de saberlo desde un lugar de liviandad, sino desde lo más profundo, como para poder indagar no sólo en vos, sino también en mí, pues seguramente intercambiaríamos muchos momentos de esos años que han pasado. Si querés, también tengo tiempos de horror en mi haber. Apretó una de mis manos, dejó la suya ahí, sobre la mía. -Hablemos -lo dijo en voz baja, agachando la cabeza. -Si es molesto -dije- si cuesta, podemos dejarlo para más adelante si es que tendríamos que hablar de algo que parece no sólo duro, sino que queremos ocultar. -¿Ocultar? Dijo. -Bueno, desde mí, a través de un hábito defensivo, hay cosas que me cuesta hablar, hay actitudes que no pude modificar; una especie de gran duda. -Hábitos -dijo-, una especie de gran duda, qué significa eso. -Que durante años viví en un estado de defensa permanente y aprendí a dudar de muchas cosas producto de esa defensa. Sobre todo, estar alerta todo el tiempo, mirar para todos lados. Tal vez no puedas entenderlo, pero seguramente te lo iré contando. -Si que lo entiendo -dijo- estamos hablando de lo mismo. Esta vez fui yo quien tomó sus manos, las traje hacia mis labios y las besé. Se quedó mirándome. Atraje su cabeza hacia mí y besé sus cabellos, ella los ojos cerrados. Comunión, sentí. -Quiero tomar algo -dijo- un jugo… -Si, también yo, la boca se seca…
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© Helios Buira
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