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LA NOVELA

Sólo queríamos ser lo que éramos.

Militantes de la vida

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Santiago me llamó por teléfono, diciéndome si quería ver algo de lo que estaba haciendo, dije que sí y mientras eso le decía, agregué que iría con Sandra, siempre y cuando ella quisiera ir.

-Bueno, será bienvenida -dijo- así podré conocerla y sacar mis propias conclusiones de cómo es, de cómo te va a comer el seso…

-No me jodas -dije-, no sé por qué tanta insistencia con eso. No pasa nada y tampoco va a pasar nada.

-¿Estás seguro? -dijo- Yo no, el tiempo me dará la razón.

-Escuchame -dije-, es una piba a la que le llevo muchos años y pensar que ella pudiera tener algo conmigo, es descabellado.

-Si querés -dijo- te nombro alguna de las pibas con las que te vinculaste siendo menores que vos, alguna alumna, o compañera de laburo, dale… No me jodas vos.

-Eso fue en otro tiempo -dije-, es lo mismo que le dije a Cristina, que me había retirado, que me sentía bien solo y que no quería complicaciones ni conflictos, además de que necesitaba todo el tiempo para estar en el taller.

-Y que dijo Cristina -interrumpió.

-Bueno, medio que se rió y me dijo que estaba loco.

Rió con una carcajada y dijo:

-Cristina ve más de lo que nosotros podemos decir. Bueno, cortemos y cuando decidas venir, me avisás así preparo todo para que lo veas. Bueno, para que lo vean si venís con Sandra.

-Dale -dije- te aviso, será en estos día, sólo que quiero confirmarlo con ella.

-Bien, un abrazo, dijo.