|
||
LA NOVELA | ||
Como un diario de memorias | ||
LA NOVELA Sólo queríamos ser lo que éramos. Militantes de la vida 40 Nos encontramos con Cristina en La Academia, bar al que habíamos ido varias veces, al salir de la escuela, luego de caminar por la calle Corrientes. Fui antes del horario para leer un rato hasta que ella llegara; continué con Hernández Arregui y en ese momento me di cuenta de que yo tenía la intensión de preguntarle algunas cosas y el libro sería como una puerta abierta para las preguntas. Claro, si se daba la oportunidad. Llegó, nos saludamos, se sentó a la mesa como ahora era la costumbre, no enfrentados sino cercanos y ahí la sorpresa: me toma con su mano del mentón, dirige mi cara y deposita un suave beso en mis labios. Supongo que al ver mi expresión, no de sorpresa sino de ojos seguramente desorbitados, se rió y volvió a besarme. -Bueno -dijo- la otra noche cuando me besaste la cabeza y yo te besé en la mejilla, me quedé con las ganas. Además, un simple beso, pero, como es en la boca, se disparan montones de sensaciones de pensamientos, de ratoneos. -Claro -dije- es tan simple… -¿Llamamos al mozo? -Lo dijo riendo. Llamé al mozo y pedimos lo de siempre. -Creo -dijo mientras esperábamos que el mozo trajera lo pedido- que me están pasando algunas cosas que tendremos que charlar, pues mi estado de independencia, mi trabajo en el consultorio, el echo de vivir sola durante años, comienza a tener alguna interferencia. -No entiendo. Dije. -Que nos hayamos encontrado después de tantos años, me resultó algo hermoso, de mucha alegría; recordar aquellos años maravillosos, maravillosamente juveniles, pero algo pasó en estos últimos días, en el acercamiento, la confianza, lo que nos decimos y cómo lo decimos y me encontré pensando no en el recuerdo que nos une, sino en el ahora… -Que también nos une. Interrumpí. -Sí -dijo-, es eso justamente. Este ahora que nos une, pero que viene desde el pasado y se me mezclan los sentires, los pensamientos. Siento que estás dejando de ser un recuerdo, que no me estoy comunicando con aquel que fuiste, sino con este de ahora, de hoy, al que no conozco pero que me atrae. -Pero venimos del pasado -dije- nos sabemos. -Nos sabemos en el pasado -dijo- ahora somos un presente y no nos sabemos. Pasaron tantos años Helios… -Bien, hace un rato dijiste que teníamos que charlar, que te están pasando cosas y supongo que a eso llamás interferencia porque la existencia que llevabas antes de encontrarnos era como lo describiste; tu independencia, tu consultorio, el vivir sola, bueno, creo que las cosas pasan para algo. Charlemos, aclaremos. -Si -dijo- en el tiempo que sea necesario. Mientras, bueno, mientras seguiremos viéndonos, tomando café, caminando. -Y dándome besos… Dije. Volvió a besarme, esta vez con más firmeza, mientras decía “Si…” -¿ves? -agregué- tal vez no sea cuestión de hablar, sino de estar y dejar que fluya. Lo digo así, como al pasar, pero tengo un quilombo en el mate desde que apareciste -lo dije haciendo el entrecomillado con mis dedos. -Es un tiempo complicado -dijo- no estaba en mis planes encontrarme con alguien que cambiara mis hábitos. Pero acá estás, ese alguien sos vos con todo lo que significás en mi existencia. -Es mutuo Cristina. Es mutuo. Me agradaría que vinieras a mi taller, que veas y sepas cómo vivo, cómo son mis esculturas… Apretó mi brazo con su mano, cerró los ojos y dijo: “Estaba en pedirte de ir, pero al mismo tiempo tenía cierto miedo, no sé, es muy fuerte. En tu taller seguramente veré qué pasó en todo el tiempo que no nos vimos” -Puede que sea como decís. Decidilo vos. La puerta ya está abierta. -Helios, desde la vez que me fui de la escuela, dejé de expresar el mundo del arte, me dediqué a la psiquiatría, aunque nunca dejé de leer, de ir a galerías, salones y museos, de participar del mundo de la cultura. Por eso al pensar en tu taller, a ir ahí, me da cierta cosa… -Voy a estar esperándote Cristina. La puerta ya está abierta. |
||
▲Subir |
© Helios Buira
Barrio de San Nicolás - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2019
Mi correo: buzon@heliosbuira.com