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LA NOVELA | ||
Como un diario de memorias | ||
LA NOVELA Sólo queríamos ser lo que éramos. Militantes de la vida 41 Conocí a Félix por intermedio de una amiga que estudiaba periodismo en el Círculo de la Prensa. A ella la había conocido a la vez por un amigo de Floresta, que ya trabajaba como periodista y nos reuníamos cada tanto; ella y él solían venir a mi taller. Tiempo después él se fue a vivir a Europa, entonces la amistad quedó entre ella y yo. Así fue que un día quedamos en encontrarnos en una pizzería ubicada a una cuadra del Círculo. Vino con otra persona, me lo presentó como un compañero de estudios. Pedimos una pizza, cerveza y comenzamos una conversación de presentación, aunque ella ya le había comentado algunas cosas sobre mí. Era un tipo raro, o la imagen que me daba me resultaba rara. Su ropa, algo descuidada, su cabello bien negro revuelto, el cuello de la camisa gastado en el doblez; llevaba bajo el brazo dos libros y un cuaderno, en las mismas condiciones que su ropa. En el bolsillo superior del saco tres lapiceras de distintos colores y un lápiz. Lo que llamó mi atención fue su rostro, aindiado de piel más bien oscura señal de que era una persona que había venido de una provincia. Pero ese rostro me había atrapado como escultor, imaginé lo que sería modelar esa cabeza sin saber en ese pensamiento, que tiempo después lograría que Félix posara en mi taller y se concretaría el deseo. Hablábamos de diferentes temas, era una conversación de presentación, de conocimiento. Supe que era chaqueño, que venía de una familia extremadamente humilde, viviendo en la pobreza y que al morir su madre y su padre, decidió venir a Buenos Aires en busca de trabajo y eso significó meterse de albañil para hacer changas y alquilar una pieza en una pensión. En el Chaco había terminado a los ponchazos la escuela secundaria, ayudado por una familia que estaba en mejor situación económica de la de sus padres. En la casa de esa familia fue que adquirió el hábito por la lectura y el despertar a un pensamiento de izquierda, ya que el hombre que lo ayudó, era un militante. Así fue que vino a buenos Aires, trabajando en lo que podía para pagar el alquiler de la pieza y comenzó a estudiar periodismo. Me agradaba su manera de hablar, como se expresaba con ese acento provinciano. Se notaba una persona lúcida, inteligente y, de manera evidente, mostraba su ideología, aunque cuando se refería a ese tema, bajaba la voz. Después supe que Griselda, le había dicho que conmigo podía hablar tranquilamente, como también supe que estaban militando juntos en un grupo de izquierda, cosa que nunca me había mencionado Griselda sobre esa militancia. Terminamos de comer la pizza, ella y él pidieron un café, yo un cortado, luego salimos a la calle y nos despedimos, con el compromiso de volver a vernos.
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© Helios Buira
Barrio de San Nicolás - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2019
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