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LA NOVELA | ||
Como un diario de memorias | ||
LA NOVELA Sólo queríamos ser lo que éramos. Militantes de la vida 28 Pedimos los moscatos bien helados. -Parece que siguen festejando –dijo Paco, con la confianza que le permitían tantos años de sabernos- por momentos dejan los cafés y se toman el moscato. Reímos, Cristina todavía con el ánimo medio cabizbajo y allá salió el gallego hacia otra mesa en la cual requerían su presencia. -Qué bella persona es, dijo. -Sí –respondí- y un buen tipo. Tuve conversaciones extensas con él, días en que había pocos parroquianos y se daba el tiempo para sentarse a la mesa frente a mí y ahí le dábamos a la lengua con total desparpajo. Habla sobre la calle Corrientes, creo que como pocos eruditos puedan hacerlo. Me ha contado desde cuando era angosta, de cuando la ensancharon, de los negocios que había por aquellos años y de los que aún perduran en el tiempo, que son pocos, pero están, resisten todavía -Qué hermoso –dijo- me agradaría hablar sobre eso con él. -Algún día que coincida que haya dos o tres parroquianos, lo llamaré para que se siente aquí, y nos cuente. Son historias maravillosas; algunas, creo, que como buen gallego las exagera un poco, pero no tienen desperdicio. -Sí, hagámoslo, dijo. -Contame un poco de vos –dije- bueno… lo que puedas, o lo que quieras. Hizo un breve silencio, entornó los párpados, mirándome y dijo “Ese que puedas, me suena raro. O lo decís porque tal vez no pueda contarte algo porque me cuesta, o porque algo te oculto… no sé…” -Sería lo mismo, dije. -No –dijo-. Si me cuesta decirte algo porque puede que me traiga recuerdos tristes o de un pasado que no quiero memorar, no es lo mismo que si te oculto algo respecto de mi existencia. Lo dijo haciendo el gesto de las comillas con sus dedos. Continuó “quiero contarte mucho, Helios, es más, necesito hacerlo. Pero me cuesta, son muchos años, de los cuales gran parte fueron muy intensos, plenos de inseguridades y zozobras. Nada voy a ocultar, nada voy a escamotear si ambos estamos dispuestos a que sea en la misma condición, quiero decir, si los dos podemos hacerlo.” -Por supuesto –dije- De alguna manera, somos los mismos que en aquellos años sentíamos tanto el uno por el otro. -Sí –dijo- pero muchos años después, con la mochila cargada con todos esos años. -No me importa –dije- cómo cargamos la mochila, pues estoy sentado ante la persona con la cual hice mis primeros años de la escuela, con la persona que sentí por vez primera el significado de la palabra amor, con la persona que sentí y comprendí ese significado. Ahora, aquí y ahora, estamos vos y yo, en esta Giralda que conocemos, que sabemos desde aquellos años. Todo lo que llevamos en nuestras respectivas mochilas, sólo servirá no para sabernos, sino para compartir el cómo fue hasta ahora ese destino que hicimos y nos fue haciendo. Pero en el aquí, en el ahora, estás, ahí estás, sentada en una silla junto a mí, juntos, digo y te aseguro que puedo llegar a decir que todo lo que nos pasó desde que dejamos de vernos, no me importa. Un salto existencial, un salto en el tiempo, hasta llegar a hoy. Sonrió, tomó una de mis manos, la llevó hacia su boca, besándola suavemente, la colocó sobre su cuello, inclinando la cabeza y así estuvo por un rato. -Bueno –dije- es como decís, tantos años, todo tan fuerte en tu existencia, pero también en la mía. Creo que por ello todavía no pudimos profundizar en los recuerdos que son los años vividos. Ya lo haremos. -Si –dijo- dejemos que fluya, no impongamos nada. Seguramente lo haremos… -Qué haremos, interrumpí sonriendo y ella se dio cuenta que mis palabras tenían un doble sentido cargado de humor. -El amor, tonto… dijo. -Tu humor –dije- es más fuerte que el mío. -No creas. Dijo. -Bueno… dejemos que fluya… dije. Reímos casi a carcajadas. |
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© Helios Buira
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