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LA NOVELA | ||
Como un diario de memorias | ||
LA NOVELA Sólo queríamos ser lo que éramos. Militantes de la vida 27 Anoté en el cuaderno, la idea de poner en algún capítulo de la novela, claro, cuando comenzara a escribirla, algo relacionado con el tema del horror que habíamos padecido en tiempos de la dictadura y por qué no, desde antes a que esos asesinos usurparan el gobierno en una democracia. Pero, suponiendo, también, que a la vez, debería hablar sobre otros acontecimientos de la historia, recordando mi serie de dibujos y esculturas que titulé “De Unitarios y Federales (Historia de una pasión)” cosa que me permitiría hablar de temas relacionados con la política, la historia y nuestra identidad como nación. Pero… ¿Cómo incorporarlos? Cuando hago una escultura, como “La pica”, aquella figura que sostenía con una de sus manos una lanza, de manera vertical y en la punta una cabeza, a modo de cómo hacían en tiempos de otra barbarie, era eso y sólo eso. Una escultura que llevaba como título, La pica. Pero en la novela, que tiene que ser un todo, esos fragmentos que son los capítulos ¿cómo deberían hilvanarse, tener sentido, poder leerse de continuo, aún no siendo correlativos en el relato? Tendría que leer mucho más de lo que leo. Seguramente, a cómo hacían los impresionistas que iban al museo a copiar a los grandes maestros, o mejor dicho a estudiarlos, debería yo hacer lo mismo, pero con la novela. Pensé en algún momento que podría intentar algo así como el diario de un escultor, que va contando su existencia, sus hechos, lo que a la vez transcurre en rededor de él, sus inicios en el mundo del arte pero contado todo esto por el narrador de la novela o por algún personaje importante, destacado, pero con ese pensar la cosa se hace más confusa, difícil para decir algo que tuviera sentido. Sé que hay escritores que con un lápiz no pueden darle forma a nada sobre una hoja blanca, me lo han dicho varios de ellos, al preguntarme cómo era que hacía mis dibujos con tanta soltura, con tanta agilidad manual. Bueno, cómo hacen ellos para hacer un cuento, un poema, una novela, intercalando letras que forman palabras, que se convierten en frases, párrafos y llegan a un todo maravilloso cuando eso se convierte en obra literaria. ¿Cómo hacer, entonces, yo, que nunca escribí nada con la intención de algo más importante que simples anotaciones, simples intentos de poemas o de juntar palabras para decir nada? Y entonces la pregunta de ¿Para qué insisto? No sé. Pero ganas tengo, intenciones tengo, tozudez tengo. ¿El deseo? La injusticia, que lleva a la violencia y esa violencia cuando la ejerce el poder que sojuzga, se transforma en horror, me lleva a estados de enorme angustia por quienes sufren en carne propia el tremendo dolor que significa semejante oprobio. Dónde poner eso que siento si pretendo decir algo. ¿No se correspondería más en un tratado sobre la violencia, sobre la injusticia? Pero hay autores que lo han hecho, han escrito en sus novelas sobre la condición humana, han hablado acerca del bien y del mal con tal hondura, que, como decía Berdiaev: “Después de leer a Dostoyevski, uno ya no es la misma persona” Joder, en qué lío estoy metido. Fácil sería dejar todo de lado y utilizar el cuaderno de anotaciones para la novela en un cuaderno de bocetos, de dibujos, que luego podría llevar al volumen. Estudios de desnudos, estudios de manos, brazos, piernas o de la figura completa de la modelo. Cerré el cuaderno, lo llevé a mi dormitorio para guardarlo donde no pudiese ser visto y de esa manera, Sandra no recordaría que lo vio y no preguntaría nada sobre el asunto de la novela. |
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© Helios Buira
Barrio de San Nicolás - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2019
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