Inicio - Presentación - Axiomas - Pinturas - Textos - Entrevistas

Cuentos - Filosofía - Música-- Otros Textos - Enlaces al arte


 
LA NOVELA
Como un diario de memorias

/ VOLVER <<<

LA NOVELA

Sólo queríamos ser lo que éramos.

Militantes de la vida

49

Yo preparaba los ingredientes, Sandra haría la salsa. Mientras, la música y el aroma de los sahumerios generaban un momento de buen estar, de armonía; era la primera vez que comeríamos juntos, que cocinábamos juntos, era como que los talleres tomaban otra dimensión, otra manera de contenernos. En mí, eran años de no tener un tiempo compartido como el que se estaba dando. Me sentía bien, hasta contento, que no era algo que me caracterizara. Se dio cuenta, supongo que notaba algo diferente, una especie de cambio.

-Parece que estás contento. Dijo.

-Sí -dije-, hacía años que no tenía una noche como esta, cenar con alguien en el taller, alguien vos, y me hace bien. Quiere decir, que el haber llegado a este lugar, significaba también esto, compartir una comida, un acercamiento que en verdad, no lo había pensado de esta manera…

-¿Cómo lo habías pensado? Interrumpió.

-Diferente, no sé, para mí era compartir los espacios de taller, las charlas, el mate, pero es algo subjetivo, algo a lo que me había acostumbrado, a estar solo, a comer solo, a hablar nada más que conmigo y de repente, estamos preparando una comida. Es algo que significo, que me importa, que me alegra y me dice de un nuevo tiempo.

Quedó mirándome, mientras se sentaba a la mesa. Los fideos ya estaban en el agua hirviendo, la salsa hecha y tapada, cercana al fuego para mantenerla caliente. Preparé los platos, los cubiertos, servilletas, mientras ella miraba mis movimientos a la vez que sonreía.

-Me agrada -dijo- verte hacer esta cosas. También es nuevo para mí, el taller lo tenía en la casa en que vivía con mi ex pareja, en la parte alta sus padres, entonces era todo diferente, por momentos el arte quedaba afuera. Acá es distinto, acá el arte está con nosotros, aún en esta comida, la música, el olor de los sahumerios. Es maravilloso.
Colé los fideos, los puse en una fuente, ella puso la salsa, los revolvió
Nos sentamos a comer. Puso una de sus manos sobre la mía.

-Gracias. -dijo- Pero no digas nada...

Quedé en silencio.


Subir

© Helios Buira

Barrio de San Nicolás - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2019

Mi correo: buzon@heliosbuira.com

Este Sitio se aloja en REDCOMEL Un Servidor Argentino