Nació el 18 de enero de 1867 en San
Pedro de Metapa,
Matagalpa, Nicaragua.
Primer hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento, que debieron obtener
los permisos eclesiásticos necesarios para casarse dado que eran
primos de segundo grado. Tuvo una hermana llamada Cándida Rosa, que
murió pocos días después de haber nacido. Fue criado por sus tíos
abuelos Félix Rámirez y Bernarda Sarmiento tras la separación de sus
padres.
Estudió con los jesuitas expulsados de Guatemala, en la Iglesia de
la Recolección de León.
Con 13 años publica sus primeros poemas en el Diario El Termometro.
A los 14 años se trasladó a Managua donde trabajó como secretario en
la Biblioteca Nacional. Por entonces ya es reconocido llamándole el
“poeta-niño”.
Se hospeda en casa del doctor Modesto Barrios, quien le acompañó a
fiestas y tertulias literarias.
En 1882, cuando cuenta 15 años, se enamora de Rosario
Emelina Murillo,
con la que pretende casarse. Amigos y familiares para evitar el
matrimonio le embarcan para El Salvador. Pocos meses después regresó
y reanuda su noviazgo con Rosario, a quien en su obra Azul llamó “garza
morena”.
Sin embargo, al enterarse de algo de Rosario durante su ausencia,
decide irse del país.
Con apenas 19 años de edad, en el año 1886, viaja a Santiago
de Chile,
donde publicó su primer gran título: Azul (1888),
libro que llamó la atención de la crítica.
De regreso a Managua contrajo matrimonio con Rafaela
Contreras Cañas el
21 de junio de 1890; quince meses después nació su primer hijo, y en
1893, falleció su esposa durante una operación quirúrgica.
Rubén Darío es viudo y, borracho y a punta de pistola, el 8 de marzo
de 1893, se casa a la fuerza con Rosario
Emelina,
cuyos dos hermanos militares le tendieron una trampa. Andrés Murillo
le acusó de faltar al honor de su hermana, Darío lo niega pero todo
estaba preparado: cura y testigos. La pareja viajó hacia Argentina,
aunque ella regresó embarazada desde Panamá poco tiempo después.
Mientras el poeta reside en Buenos Aires ejerciendo el consulado de
Colombia, nació su hijo Darío
Darío,
quien murió de tétanos al mes y medio por cortar su abuela Mercedes
el cordón umbilical con unas tijeras sin desinfectar.
En el año 1892 viajó a España como
representante del Gobierno nicaragüense para asistir a los actos de
celebración del IV Centenario del descubrimiento de América. Tras
viajar por distintos países, residió en Buenos Aires, donde trabajó
para el diario
La Nación.
En 1898 regresa a España como corresponsal y alterna su residencia
entre París y Madrid, donde en 1900, conoce a Francisca
Sánchez,
mujer de origen campesino con la que se casó por lo civil y tuvo
cuatro hijos, de los cuales solo uno sobrevivirá, Rubén Darío
Sánchez, "Guincho". Con ella convivió hasta casi el final de sus
días. Rubén la llevó a París donde le presentó a sus amigos.
Francisca era analfabeta cuando conoció a Darío (Amado
Nervo, Manuel
Machado y
su cónyuge la enseñaron a leer). Viajó de un lugar a otro sin poder
presentarla en actos oficiales como su esposa, pues está por
resolverse el divorcio con Rosario. En 1907, ésta se presentó en
París reclamándole sus derechos de esposa; Darío trató de eludirla
sin éxito. El poeta viajó a su país para obtener el divorcio, cosa
que no logró.
Convertido en poeta de éxito en Europa y América, es nombrado
representante diplomático de Nicaragua en Madrid en 1907.
Sus primeros poemas son una mezcla de tradicionalismo y
romanticismo; Abrojos (1887)
y Canto
épico a las glorias de Chile (1888).
Este mismo año publica Azul (1888, revisado en 1890), dividido en
cuatro partes:
'Primaveral',
'Estival',
'Autumnal'
e 'Invernal'.
A este libro debe que sea considerado como el creador del modernismo;
escritores como Ramón
María del Valle-Inclán, Antonio
Machado, Leopoldo
Lugones o Julio
Herrera y Reissig le
reconocieron como el creador e instaurador de una nueva época en la
poesía en lengua española.
En París entra en contacto con los poetas parnasianos y simbolistas abandonando
el provincialismo por una poesía de la universalidad y cuenta su
vida cotidiana pero a través de símbolos herméticos.
En Prosas
profanas (1896
y 1901), obra simbolista, desarrolla de nuevo el tema del amor.
Formalmente creó una poesía elevada y refinada con muchos elementos
decorativos y resonancias musicales; Cantos
de vida y esperanza (1905)
es el mejor ejemplo de ello. El
canto errante (1907),
es su libro, conceptualmente, más universal.
En 1913 cae en un profundo misticismo y se retira a la isla de Mallorca.
Allí empieza a escribir una novela La
isla de oro -que
nunca llegó a concluir- en la que analiza el desastre hacia el que
está caminando Europa. También compone Canto
a Argentina y otros poemas(1914),
un libro dedicado a este país en el año de la celebración de su
centenario en que quiso seguir el modelo del Canto
a mí mismo de Walt
Whitman.
En 1915 publica La
vida de Rubén Darío,
año en que regresó a América.
Enfermo en la capital de Guatemala, llegó Rosario Emelina para
acompañarlo de regreso a su país, donde se dice que le atendió desde
el 4 de julio de 1915, al 6 de febrero de 1916, fecha en la que
Rubén Dario falleció en León.
Obras
Poesía
Abrojos 1887
Rimas 1887
Azul.... 1888
Canto épico a las glorias de Chile 1887
Primeras notas 1888
Prosas profanas y otros poemas 1896
Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas 1905
Oda a Mitre 1906
El canto errante 1907
Poema del otoño y otros poemas 1910
Canto a la Argentina y otros poemas 1914
Lira póstuma 1919
Prosa
Los raros 1906
España contemporánea 1901
Peregrinaciones 1901
La caravana pasa 1902
Tierras solares 1904
Opiniones 1906
El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical 1909
Letras 1911
Todo al vuelo 1912
La vida de Rubén Darío escrita por él mismo 1913
La isla de oro 1915 (novela inconclusa)
Historia de mis libros 1916
Prosa dispersa 1919
LO FATAL
A René Pérez
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos! |