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BIOGRAFÍAS BREVES
 
Rubén Darío

(1867/01/18 - 1916/02/06)

 

Nació el 18 de enero de 1867 en San Pedro de Metapa,  Matagalpa, Nicaragua.

Primer hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento, que debieron obtener los permisos eclesiásticos necesarios para casarse dado que eran primos de segundo grado. Tuvo una hermana llamada Cándida Rosa, que murió pocos días después de haber nacido. Fue criado por sus tíos abuelos Félix Rámirez y Bernarda Sarmiento tras la separación de sus padres.

Estudió con los jesuitas expulsados de Guatemala, en la Iglesia de la Recolección de León.

Con 13 años publica sus primeros poemas en el Diario El Termometro. A los 14 años se trasladó a Managua donde trabajó como secretario en la Biblioteca Nacional. Por entonces ya es reconocido llamándole el “poeta-niño”. Se hospeda en casa del doctor Modesto Barrios, quien le acompañó a fiestas y tertulias literarias.

En 1882, cuando cuenta 15 años, se enamora de Rosario Emelina Murillo, con la que pretende casarse. Amigos y familiares para evitar el matrimonio le embarcan para El Salvador. Pocos meses después regresó y reanuda su noviazgo con Rosario, a quien en su obra Azul llamó “garza morena”. Sin embargo, al enterarse de algo de Rosario durante su ausencia, decide irse del país.

Con apenas 19 años de edad, en el año 1886, viaja a Santiago de Chile, donde publicó su primer gran título: Azul (1888), libro que llamó la atención de la crítica.

De regreso a Managua contrajo matrimonio con Rafaela Contreras Cañas el 21 de junio de 1890; quince meses después nació su primer hijo, y en 1893, falleció su esposa durante una operación quirúrgica.

Rubén Darío es viudo y, borracho y a punta de pistola, el 8 de marzo de 1893, se casa a la fuerza con Rosario Emelina, cuyos dos hermanos militares le tendieron una trampa. Andrés Murillo le acusó de faltar al honor de su hermana, Darío lo niega pero todo estaba preparado: cura y testigos. La pareja viajó hacia Argentina, aunque ella regresó embarazada desde Panamá poco tiempo después.

Mientras el poeta reside en Buenos Aires ejerciendo el consulado de Colombia, nació su hijo Darío Darío, quien murió de tétanos al mes y medio por cortar su abuela Mercedes el cordón umbilical con unas tijeras sin desinfectar.

En el año 1892 viajó a España como representante del Gobierno nicaragüense para asistir a los actos de celebración del IV Centenario del descubrimiento de América. Tras viajar por distintos países, residió en Buenos Aires, donde trabajó para el diario La Nación. En 1898 regresa a España como corresponsal y alterna su residencia entre París y Madrid, donde en 1900, conoce a Francisca Sánchez, mujer de origen campesino con la que se casó por lo civil y tuvo cuatro hijos, de los cuales solo uno sobrevivirá, Rubén Darío Sánchez, "Guincho". Con ella convivió hasta casi el final de sus días. Rubén la llevó a París donde le presentó a sus amigos. Francisca era analfabeta cuando conoció a Darío (Amado NervoManuel Machado y su cónyuge la enseñaron a leer). Viajó de un lugar a otro sin poder presentarla en actos oficiales como su esposa, pues está por resolverse el divorcio con Rosario. En 1907, ésta se presentó en París reclamándole sus derechos de esposa; Darío trató de eludirla sin éxito. El poeta viajó a su país para obtener el divorcio, cosa que no logró.

Convertido en poeta de éxito en Europa y América, es nombrado representante diplomático de Nicaragua en Madrid en 1907.

Sus primeros poemas son una mezcla de tradicionalismo y romanticismo; Abrojos (1887) y Canto épico a las glorias de Chile (1888). Este mismo año publica Azul (1888, revisado en 1890), dividido en cuatro partes: 'Primaveral', 'Estival', 'Autumnal' e 'Invernal'. A este libro debe que sea considerado como el creador del modernismo; escritores como Ramón María del Valle-InclánAntonio MachadoLeopoldo Lugones o Julio Herrera y Reissig le reconocieron como el creador e instaurador de una nueva época en la poesía en lengua española.

En París entra en contacto con los poetas parnasianos y simbolistas abandonando el provincialismo por una poesía de la universalidad y cuenta su vida cotidiana pero a través de símbolos herméticos.

En Prosas profanas (1896 y 1901), obra simbolista, desarrolla de nuevo el tema del amor. Formalmente creó una poesía elevada y refinada con muchos elementos decorativos y resonancias musicales; Cantos de vida y esperanza (1905) es el mejor ejemplo de ello. El canto errante (1907), es su libro, conceptualmente, más universal.

En 1913 cae en un profundo misticismo y se retira a la isla de Mallorca. Allí empieza a escribir una novela La isla de oro -que nunca llegó a concluir- en la que analiza el desastre hacia el que está caminando Europa. También compone Canto a Argentina y otros poemas(1914), un libro dedicado a este país en el año de la celebración de su centenario en que quiso seguir el modelo del Canto a mí mismo de Walt Whitman. En 1915 publica La vida de Rubén Darío, año en que regresó a América.

Enfermo en la capital de Guatemala, llegó Rosario Emelina para acompañarlo de regreso a su país, donde se dice que le atendió desde el 4 de julio de 1915, al 6 de febrero de 1916, fecha en la que Rubén Dario falleció en León

Obras

Poesía

Abrojos 1887
Rimas 1887
Azul.... 1888
Canto épico a las glorias de Chile 1887
Primeras notas 1888
Prosas profanas y otros poemas 1896
Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas 1905
Oda a Mitre 1906
El canto errante 1907
Poema del otoño y otros poemas 1910
Canto a la Argentina y otros poemas 1914
Lira póstuma 1919

Prosa 

Los raros 1906
España contemporánea 1901
Peregrinaciones 1901
La caravana pasa 1902
Tierras solares 1904
Opiniones 1906
El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical 1909
Letras 1911
Todo al vuelo 1912
La vida de Rubén Darío escrita por él mismo 1913
La isla de oro 1915 (novela inconclusa)
Historia de mis libros 1916
Prosa dispersa 1919 

LO FATAL 

A René Pérez 

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, 
y más la piedra dura, porque ésa ya no siente, 
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, 
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, 
y el temor de haber sido y un futuro terror 
Y el espanto seguro de estar mañana muerto, 
y sufrir por la vida y por la sombra y por 

lo que no conocemos y apenas sospechamos, 
y la carne que tienta con sus frescos racimos, 
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, 
¡y no saber adónde vamos, 
ni de dónde venimos! 


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© Helios Buira

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