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POESÍA
Los poetas
 
RODOLFO BRACELI
 

HACE MUCHOS AÑOS
cuando era estudiante de Bellas Artes en La Belgrano, venían a mi primer taller algunas y algunos compañeros; armábamos una naturaleza muerta y nos poníamos a estudiar las formas que creíamos ver en el modelo. Los fines de semana, las reuniones eran de buen estar; sahumerios que aromaban la estancia; noches de pizzas y cervezas. No éramos muchos, el espacio era pequeño. Uno de esos días, llegó un amigo no relacionado con el mundo de las artes plásticas, sino con la música y la poesía. Fue así que dijo: "Hoy traje un poeta". Nos sentamos en el piso, no había mobiliario y mientras comíamos y bebíamos, él leía a ese poeta. Con los dos primeros poemas dejamos de comer y beber y quedamos en silencio escuchándolo. Y en el pasaje de un poema a otro, Graciela, que estaba sentada a mi lado, preguntó quién era el autor y Santiago dijo: Rodolfo Braceli y el libro, Pautas Eneras. Y siguió con la lectura.
Ese fue mi primer acercamiento a un poeta de mi tiempo, a un joven poeta y desde aquel día, aquel momento, quedó en mí para siempre.
Acá, algunos poemas de honda belleza de "PAUTAS ENERAS" que mi amigo leyó aquel día en el taller

 
Estos días
estuve pensando
con quién
compartir el fin del mundo.
Hice la proposición
a varias hermosas muchachas
y todas me contestaron
con una cachetada
y un “¡estúpido, qué te piensas!”
Todas…
menos una:
una que me dio un beso
y corriendo fue a aprovisionarse
de harina
y de semillas
y de colores
para cuando el fin del mundo pasara…

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…entonces
alguien puso su mano de experiencia
sobre mi hombro nuevo:
era tío Albo,
mi tío de tantas veces.
Leyó suavemente mis ojos
Y lento me dijo con su voz de agua:
–Muchacho,
¿por qué lloras?
Muchacho,
si para ser poeta
no se necesita ser poeta.

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“Tú eres
un poco más
de lo que piensas
y de lo que piensan de ti.
Y un poco menos.
El día que te convenzas
de esto, serás lo que ambicionas:
un hombre.
Entonces,
recién entonces,
hablaremos de árbol a árbol.”

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Qué bello
es mear de noche
después de una larga jornada
hacia los cuatro puntos cardinales:
mear a la intemperie
bajo las estrellas
con las piedras por testigo.

PORQUE

Esta tarde tiene que morir
algo que quiero.
La tarde
con su cansancio de sol
me está diciendo muerte.
Me parece que la muerte
duerme escondida en cada cosa.
ahora sé que el otoño significa muerte.
y que la primavera es muerte que vendrá.
Ese perro que husmea la pared
morirá reventado:
y el pavimento se cubrirá
de varios indescifrables mapas rojos.
Aquellas delgada bicicletita
apresurará la muerte de ese niño
que come chocolate:
y el pavimento aumentará sus mapas.
Luego, la gente formará un cinturón
en torno de bicicleta, niño y perro.
Algunas mujeres se taparán los ojos.
el cartero dirá “¡no puede ser!”
La maestra, muda,
no llorará:
exprimirá con sus manos blancas
sus pechos inéditos.
La madre besará el pavimento
en sus mapas detenidos.
También besará y morderá al niño
que estará aún, con sus ojitos abiertos,
mirando un poco más arriba de los árboles.
Otro niño acariciará el pelo
de su pobre perro de hace un momento.
El otoño no se detendrá:
seguirá cubriendo de caspa la vereda
y un poco de la calle.
Sí.
Esta tarde
tiene que morir algo que quiero:
porque esta mañana he sido demasiado feliz.

DIAGNOSTICO ACERTADO

Se hincó el viento
y me pegó en la cara.
Caí de espaldas,
con los brazos abiertos:
desguarnecido
y mi cara sola y poca
ante el cielo total.
Entonces
recordé sucesivamente:
mis infantiles paseos por el río,
–cuando la tos convulsa–
el primer beso de Miryam,
mi casamiento con Susana,
los entierros familiares
y, finalmente,
lo que me dijo el médico
en mi visita de anoche:
–Gabriel, está usted muy grave.
Cuídese de que el viento se hinque
y, muy especialmente,
de que le pegue en la cara.

VENTAJAS DE LA MALA MEMORIA

Quiero aprender
con mis labios
tu cuerpo de memoria.
Te anticipo
que poseo muy poca
capacidad de retención.
En consecuencia,
tendré que repetir
una
y otra
y otras tantas más
la lección.

EL HERMANO DE DIOS

Dios está viejo.
¡Que venga el hermano entonces!
–El hermano menor, se entiende–
Porque,
decididamente,
Él no está
para los presente trotes.
Por lo demás,
–señor Juez–
América latina
reclama un Dios
con paciencia,
y en lo posible,
de su misma generación.

¡POBRE DIOS!

¡Pobrecito!
Yo no quisiera estar en su pellejo.
No me explico
cómo se las va arreglar
para ser justo
con los muchachos de este siglo
y con los niños;
sobre todo con esos niños
a los cuales no sé
si aún les queda
la posibilidad
de un padre carpintero.

PLEGARIA

¡Dios o lo que fuere!
no nos condenes
a ser arena y nada más
arena larga y sucesivamente.
Danos, al menos,
la posibilidad de sufrir
y de no creer en Ti.

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© Helios Buira

San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017

Mi correo: yo@heliosbuira.com

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