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POESÍA
Los poetas de Hoy
 
NATALIA SCHAPIRO
 

BAJO LA CAMA UN PANTANO

 

Peleamos
espero a que duermas
y observo los indicios:
si te acostaste en medio de la cama,

en una esquina, tu cuerpo hacia qué lado  
si el sueño mueve velas blancas

o la pesadumbre corroe los costados.

Abrazás mi almohada,
declaración de culpa

y pronóstico liviano.
Difícil si en tu borde girás hacia afuera
las sábanas se angustian

tocan entonces pruebas de aproximación:
voy ganando milímetros 
agazapada

espero el momento que rozan
los bordes del cuerpo

ese breve contacto de pies
o apenas un codo.

Nace el oasis de la piel
y vuelve la calma
pero si rodás en trompo extremo
augurás el insomio.
Tanta noche atenta

a la delicada navegación
de sábanas y mareas
estudiando los vientos, la respiración

en los pliegues del cansancio.

Como ahora, esta madrugada
que –orillando-

soñás lejos de mí.
 

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En la pieza

la tormenta derribó árboles

hachó ramas

de mi cuerpo

aferrada quedé

a la almohada

corazón blanco

flotando

al hilo de la respiración

ovillada

al borde de la cama

mientras el agua pasa

las verdades tiemblan como hojas.

 

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La barba no importa

evito pincharme

con tu mirada

 

los besos se extinguieron

hace siglos

un abrazo es un espejismo

 

el lodo va subiendo

los buitres en lo alto

huelen el desamor.

 

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Estiro el baño

como si el agua pudiera

ablandar la pena

me aseguro una paz calentita

las peleas solo perduran

en ecos húmedos.

Repongo el calor

una y otra vez

postergo el encuentro.

La luz del dormitorio ya está apagada

promesa de tranquilidad.

 

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Frente a mí 
el plato de huesos
del desamor.

 

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La tristeza me estruja

se queda ahí

en el pecho, acurrucada

como un oso durmiendo.

 

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La cama sigue siendo mía

aunque una zanja de cocodrilos

separen las dos orillas.

 

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No duermo

hundida en un pantano

se me desprende un brazo, una pierna

en escombros

no soy.

Entonces tu pie

pez ciego

buscándome

en el fondo de la noche

milagro mínimo

y el mío, perrito hambriento

a caricias

se entienden

no pido más

eso

me acuna.

 

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Se abrió un orificio
lo rancio se derrama
bajo mis napas
ahora que te fuiste
sale sale sale

del estanque perforado.
 

No sé si era Arquímedes 
el que explicó estas cosas
si se libera un espacio 
algo se desliza como pez

mi tristeza líquida no escapa
a las leyes físicas 
ya no hay aire ni tierra

tendré que aprender a nadar en ella.

 

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Habrá que dejarse arrastrar por este río
golpear contra las piedras
gastarse en ellas
hasta que la pesadez sea agua 
disuelva eso lastimado

que tapa los poros. 
Habrá que andar a tientas, manoteando
esperar que el aire vuelva
a nuestros sótanos
allí donde enterramos
el corazón.

 

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Se fueron yendo
tus medias tus remeras
como pescados en redes
el lavarropas sabe
que no estás.

 

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Los días se van trenzando
a llamadas y mensajes.
Nos aferramos

a esa cuerda común
mientras vuelan los pedazos
y mis pies no entienden
la noche.

 

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La tristeza es tranquila

como un viento de otoño

pasan los días

lleno la jarra con agua

ato la basura

cuelgo la ropa

mientras las penas

se van

escurriendo

gota

a

go

t

a


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© Helios Buira

San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017

Mi correo: buzon@heliosbuira.com

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