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POESÍA | ||
Los poetas | ||
GOCHO VERSOLARI | ||
01 BREVE HIMNO AL SILENCIO DE LOS PÁJAROS El silencio es una daga blanca de plumas amasadas en milenios que suelta buitres cuando la tarde avanza y las llaves del crepúsculo caen tintineantes sobre la tierra.
caracoleante que llega a tus pies y se detiene en los sutiles recodos, en los mundos que guardan tus tobillos
y nuestro andar cósmico es un derramarse, un llenarse, un volverse a vaciar mientras las aves de la muerte llenan nuestros pechos de cintas bermejas y los cormoranes del dolor revolotean, revolotean en las estrellas.
una tundra celeste exhibe a los cielos el lenguaje arcano de tus huellas.
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02 DOS TONELADAS DE ESMERALDAS
He arrojado por la borda de la noche dos toneladas de esmeraldas que vomitara con mi última borrachera.
las piedras se desplomaron sobre la realidad y desde entonces, las cosas cotidianas, las rosas a lo lejos, las miradas tiernas y las miradas torvas, tu caminar ondeante cuando la tarde asoma; todo, absolutamente todo, emite un brillo entre verdoso y azulado.
y la convierto en lecho para que nos amemos; que tu piel acumule los rebuznos misteriosos del sol en el filo vibrante del crepúsculo
dos toneladas de esmeraldas que al caer se convirtieron en pájaros y ahora su vuelo en la mañana acompaña tu caminar, descalzo y somnoliento, con el café perfumando tu garganta y el par de lunares azules que palpitan en el séptimo pliegue de tu seno.
--------------------------------------- 03 Solía Solía enraizarme en las tormentas, convertirme en viento, en racimos de lluvia, A veces mis propios relámpagos me enceguecían durante semanas. y yo solía salir bajo mis lluvias con ojos desesperados y sexo enhiesto.
y por las puntas de mis dedos escapaban chispas azules y silencios del cosmos.
y tenderme en la cama que habías preparado cerca del cielo de la habitación. Allí te esperaba mientras amasaba el sueño y la tormenta se presentaba en mis ojos cerrados con la forma de un calidoscopio que se cierra.
como una maroma que me uniría al cielo de la noche; como un pensamiento creador de horizontes, de pájaros. Un puñado de rayos retrasados llegaba en tanto a mi vientre y deteniéndose en mi miembro invocaba los silencios de arriba, los silencios de abajo y los gritos trémulos que no se profirieron nunca,.
el cuarto se llena de azulejos posados en el alféizar que no dejan de mirarme y de soñarme
levantan las estrellas.
04 Desnuda
Desnuda te trepas a los labios del día para balancearte y deslizarte de adelante hacia atrás, del medio hacia el costado. El sol cuelga castillos de tu piel mientras las auroras se derraman como gotas de una ambrosía novísima.
Desnuda, atraviesas la nube pequeña y por un instante minúsculo, tu cuerpo se transforma en agua algodonosa; en humor de ángeles, en eructos del sol.
No dejes de transitar sobre mi pecho cuando la alborada arañe las alfombras del día. No dejes de lamer los corazones de la noche, cansados a veces; despedazados otras. Seguirás desnuda como una canción de sal que alguien olvidara en el interludio de las rosas, en las orejas de la noche, en el sueño que me traga y me traga bajo los azules durazneros de Aldebarán.
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05 Toda Belleza
Toda belleza recorre como un fuego la médula y sus alrededores y se detiene en una vértebra que brilla de pronto como una constelación. Es la señal para que los huesos se conviertan en pájaros y vuelen en desbandada, dispersando la vida.
Y el pan.
06 El Sudor es el Jugo del Corazón
dijiste sonriendo. Una lágrima se movía indecisa debajo de tu párpado. Pasaste tu dedo por mi frente y lo retiraste humedecido. El sudor corría en arroyos lentos; muchachas diminutas mojaban sus pies en las corrientes.
y verás el corazón brillante de las cosas... Te interrumpió un sollozo mientras la mañana se extendía por el prado como un demorado cachalote.
colgando en los pendones del día; hasta hundir tu cuerpo en la miel amarga de la tarde.
no nos revolcaremos como beduinos, en la arena; no vestirás tus sayos ni exhibirás para mí tu descalcez azul, ni el crepúsculo arañará la noche como a una amante yerta
los cometas de la madrugada estallarán en nuestros cuatro riñones y un canto antiguo y blando penetrará caliente el jugo de las eras.
repetirás señalando el mío: arrugado, silente como un sol al que convirtieran en pasa; más tarde lo tomarás entre tus manos: arracimado, lento, perezoso; blando monstruo; rescoldo negro, voz que llega al silencio, mientras la luna vuelca gotas de esplendoroso hollín sobre tu noche.
07 Las Mujeres Emergen de mi Lápiz
La punta de mi lápiz se llena de chispas y una bola de fuego agiganta la noche y desata cataratas de pan que se mezclan al brillo de los copos, cada uno con la forma de un seno, redondos como vulvas y corolas; las siluetas que no dejan de caer, sugieren desde una cintura hasta la blanda valva de una cadera.
como las nubes oscuras del invierno. Se desnudan, se alejan. El ocaso las devora y vomita y ellas no abandonan su baile
enrojece la luna de diciembre y demuele despacio las estrellas.
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08 Tu Descalcez Azul
las marimbas del día bailan lentas en las cornisas del aire; la tarde se prende de tu descalcez azul: un preludio a tu cuerpo desnudo sugerido apenas por la bruma que llega del oeste.
Posesa, enloquecida, mientras el animal que diseñan las horas se arrastra y aúlla reclamando tus plantas.
reclamarás los blancos buitres de mi sexo y al llegar el crepúsculo tus empeines vomitarán una niebla azul que tapizará carámbanos, sutiles osos de la atmósfera y lunas tenues que saldrán de tus dedos y del escorzo de tu pie derecho.
quien llene de agonías la alborada.
09 Los Abismos Desfilando seductores, mis abismos insisten que esta noche demuela las paredes del silencio y me marche en las alas de esas aves negras hechas de vacío; las mismas que diseñan noche a noche la tenue silueta de la nada.
aspiran a mi vientre, forjando planes para hundir el imperio del último silencio.
Los abismos, tan imprescindibles como las aves, las plegarias y el silencio; como tus senos que en los atardeceres desnudan el vuelo de las noches.
anhela noche a noche la carne de la nada y este resucitar continuo en una juventud sin prisa y sin escarcha.
que devoran y a veces vomitan las estrellas.
10 Getsemaní se pasea entre los olivos de Getsemaní.
una vasija de aceite que se derrama sobre sus senos.
de pezones azules y sexo deletéreo, recogerá de los árboles siete aceitunas. Cuando llegue el crepúsculo las sumergirá una a una entre los labios.
aúlla arcanos. Las siete aceitunas, insectos extraños y brillantes, se hunden en la lengua. Las siete aceitunas: en sus lomos, los olivos cabalgarán la muerte
esa exigua lámpara de aceite, espera que la enciendan para soltar la serpiente demorada de la luna entre los árboles.
11 Te Tomo de la Piel
Te tomo de la piel te giro sobre mi cabeza y te arrojo al caos hermoso y guiñador, que atrae con el grito sordo de las horas; que promete cerrar todos tus huecos y los míos;
mientras marinos inmóviles en la lejanía contemplan el silencio que nos rodea como un halo y que se mueve al ritmo de celestiales panes
cierra los ojos, simula estar dormida mientras la muerte examina nuestro ombligo
la parca devorará el cardumen de tus sueños y volverás a recibirlo en el crepúsculo como un efebo blanco. Se inclinará mirándote a los ojos; mordisqueará tus gritos y esperanzas; seguriá con tu cuello.
Tu ombligo.
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12 Un Elefante de Almizcle Amargo
Un elefante de almizcle amargo descendió del cielo sobre las flores alineadas de tu casa Quizá solo viste una sombra anhelante sobre tu jardín Quizá pensaste en una nube que cubriera el sol. Sin embargo algo hizo que te quitaras los zapatos para sentir en tus plantas el frescor de la hierba.
del elefante que no dejaba de caer sobre la tarde minúscula, llena de lazos y de luces,
despeinó a los perros callejeros y el atardecer del alma liberó avispas azules qaue hendieron el crepúsculo.
tus pies conocieron sin saberlo la carne áspera del elefante que desde entonces te cuelga cada mañana de su mirada pensativa mientras gaviotas invisibles escapan de sus orejas y te llevan al sol.
13 Antigua Estalactita
Atraviesa la noche una antigua estalactita tan antigua que se derrite al lllegar a tus ojos y desata una danza de niños fantasmas de silencios con ojos, de pájaros que son todo pico con una sola ala, sin patas, sin resuello y que logran volar desesperados esperando que por la fuerz de las cosas la antigua y fantasma estalactita resucite como una gota helada, como la letra de un verso sangriento, sagrado que caiga sobr tu empeine e hierva sobre tu piel cuando el amanecer see pierda en los recodos del mediodía .
y luego el sol.
14 En el Jardín de Gocho Versolari
En el jardín de
Gocho Versolari
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15 Las Vírgenes Agonizantes de Agustín de Hipona
Hay abismos a cada paso. Lo sabemos Lo intuimos Lo sentimos como a estos alacranes de silencio que se prenden de cada porción de vértebra y vivir es este inestable equilibrio sobre masas de nada, sobre doncellas de silencios agudos que suelen clavarse en algún punto entre la pantorrilla y la cadera cuando la noche fuma sus silbidos y los perros se alejan hacia la madre de todos los vacíos.
en esta tarde de primavera cuando aún las aves revolotean despreocupadas en la tarde de abril.
y recorre despacio los malecones Observaré tu caminar gracioso como una niña angelándose en cada movimiento y desertando de los páramos del alba.
las vírgenes agonizantes de Agustín de Hipona morirán sin haber conocido los besos. |
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© Helios Buira
San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017
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