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Sobre Esther Díaz
Alejandra Gabriele
 
Publicado con autorización de Esther Diaz, a quien agradezco enormemente.¨
Para leer más de sus textos, www.estherdiaz.com.ar 
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Reseñar un libro de Esther Díaz implica dar cuenta de una multiplicidad de experiencias: la de la propia autora escribiendo en el mismo movimiento en que se deja interpelar, seducir y atravesar por las diferentes problemáticas filosóficas trazadas por mujeres y hombres en distintos tiempos y lugares, y la mía como lectora de ese entramado de pasiones, ingresando en los diálogos filosóficos en clave Esther Díaz.
Antes de comentar algunos aspectos del libro, voy a detenerme en qué significa ingresar a territorios filosóficos en clave Esther Díaz. Clave, del latín clavis, suele ser traducido como llave, aquel dispositivo o conjunto de signos que permiten ingresar a un espacio restringido, prohibido u oculto. En el campo de la música, las claves (de sol, de fa) permiten ubicar al intérprete en la tonalidad de una pieza musical, utilizando las posibilidades de asociaciones armónicas entre las notas, los espacios y las líneas del pentagrama. A partir de estos sentidos podemos decir que la clave Esther Díaz supone una serie de estrategias y sugerentes tonalidades que nos permiten ingresar a aquellos territorios filosóficos no frecuentados por la tradición que se ocupa en pensar la conciencia, la presencia y las verdades trascendentales. En otro registro tonal, la clave Esther Díaz consiste en pensar filosóficamente en los límites de la vida y en el filo del presente, transitar las dimensiones del error y lo impensado, desocultar la urdimbre histórica desde la que se construyen sujetos, saberes y verdades.
Ahora que encontramos el tono para explorar la obra, comencemos por la tapa del libro: la fotografía de la instalación artística “Zapatos rojos” de la mexicana Eliana Chauvet evoca la ausencia de tantas mujeres provocada por la violencia machista. Tomando esta imagen como una de las entradas posibles a Problemas filosóficos podemos asistir al despliegue que produce Esther Díaz a partir de una obra de arte: enlaza una lucha de nuestro tiempo contra los femicidios con el carácter nómade y fugaz del arte contemporáneo. La fuerza simbólica de evocar la desaparición de las mujeres sin ser representadas sino elididas en la puesta artística como singularidad de nuestra época, en diálogo con otras obras de arte, otros textos y otras epistemes, sin perder por un instante el rigor que suponen las reflexiones estéticas.
Problemas filosóficos es una y mil puertas posibles de ingreso a conceptos y experiencias filosóficas. El modo de transitarlo lo configurarán las expectativas e inquietudes del lector. Puede leerse como si fuera una introducción académica a la filosofía; un texto de consulta fragmentado en conceptos, preceptos, imágenes; una excusa para adentrarse rigurosamente en los territorios de la reflexión filosófica o un provocativo ensayo narrativo para recorrer de principio a fin.
El índice da cuenta de los tópicos filosóficos siguiendo el criterio con el que se organizan en los espacios curriculares de las instituciones de nivel superior: I. ¿Qué es la filosofía?, II. Conocimiento, III. Ética, IV. Estética, V. Antropología Filosófica, VI. Política y sentido de la historia y Fragmentos para seguir pensando. Pero entre este orden preestablecido, Esther Díaz genera las condiciones para hacer visibles otros órdenes. Tomemos como ejemplo uno de los capítulos, bien puede ser el primero: al seguir la lectura desprevenida de los apartados del capítulo I vamos deslizándonos por temas tales como "La filosofía y el problema de la verdad" … "Filosofía y cultura" … justo cuando comenzamos a sentir esa comodidad que produce lo esperable irrumpe un apartado sobre "Filosofía y dolor" que conmociona con la sola enunciación y convoca a pensar no ya desde las alturas de las construcciones conceptuales abstractas sino desde la entraña misma de nuestros sufrimientos y nuestra capacidad de resistencia y reinvención :
No hay que salirse del mundo de los vivos antes de morir. Si hay vida y conciencia, hay que resistir con entusiasmo. Ante todo es necesario valorarse a sí mismo. Los ánimos desvalorizados huelen mal: son derrotistas, negadores de la vida, predicadores de la falsa resignación. (Díaz, 2017, pp. 27-28).
Y desde la intensidad del dolor se conecta el último apartado del capítulo, que al modo de un contrapunto nos conduce por las conexiones entre "Filosofía, ciencia, arte".
El cine y otras formas de arte, si bien por momentos se constituyen claramente como objetos de reflexión filosófica como lo indican algunos títulos de capítulos y apartados, también forman parte del lenguaje de Esther Díaz. En cada tópico en el que se detiene el libro, se advierte ese pulso vital de la cultura que se expresa a través de las obras de arte y se oculta en el discurso científico, como un pulso indicador de pasiones e incertidumbres en tensión constante con la fuerza de formalismos conceptuales que pretenden ocultarlas. Este movimiento, esta cadencia en el filosofar, transcurre de capítulo en capítulo pero generando las condiciones para que acontezca la singularidad de cada problemática. Enlaza las cuestiones heredadas de la tradición filosófica con las inquietudes que, desde el presente, remontan a contracorriente la historia de la filosofía. Encuentra en la sucesión de las continuidades de la conciencia, las discontinuidades y contingencias históricas: biosaberes, los nuevos tiempos tecnológicos, las problemáticas de género, tribus urbanas, despolitización de la política, la espera, las heridas narcisistas … tiempos póstumos, esquirlas de las utopías modernas.
Al final del libro se encuentran “Fragmentos para seguir pensando”, se trata de la voz de las y los intelectuales que aparecen entramados en diferentes capítulos, aquí dejando que explayen los conceptos convocados a través de sus escritos originales pero no para “… seguir pensando” de una manera lineal, sino a partir de pistas que Esther Díaz deja disponibles para otros vínculos posibles, teniendo en cuenta que:
La filosofía es pensamiento en construcción, interpretación, tanteo, aunque exige rigor, dedicación, solidez argumental; sin dejar de moverse mediante intentos no del todo completos. El pensamiento filosófico se arroja a lo abierto y a la interrogación perpetua, en la medida en que cada respuesta puede ser convertida en una nueva pregunta. (Díaz, 2017, p. 31).
Como proponen Deleuze y Guattari (2002) en Mil Mesetas, en un libro no hay nada que comprender, sólo saber con qué conecta, con qué hace máquina. Esa es la experiencia de lectura de Problemas filosóficos, Esther Díaz es una gran constructora de conductos por los que podemos fluir como máquinas deseantes y desprevenidamente circular con y entre Aristóteles, Kant, Nietzsche, Butler o Samaja (entre tantas/os otras/os) dependiendo de las intensidades y tonalidades en las que devenimos, y si hacemos de la filosofía un leer despacio o un devenir danzante (Cfr. Díaz, 2017, p.11).

Referencias:
Deleuze, G. y Guattari, F. (2002) Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia, Pre-Textos.
Díaz, E. (2017) Problemas filosóficos. Buenos Aires. Arandu / Editorial Biblos.

Alejandra Gabriele


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© Helios Buira

San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017

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