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John Berger

Diez notas sobre los muros - Diez apuntes sobre el lugar - Modos de ver -

Los tiempos que vivimos

 

Diez apuntes sobre el lugar

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1

Alguien pregunta: ¿Sigue siendo marxista? La devastación producto del afán de ganancia, tal como la define el capitalismo, nunca fue tan grande como en la actualidad. Casi todo el mundo lo sabe. ¿Cómo entonces, es posible no prestar atención a Marx, que vaticinó y analizó la devastación? La respuesta podría ser que la gente, mucha gente, perdió toda orientación política. Sin mapas, no sabe a dónde se dirige.

2

La gente sigue a diario señales que indican un lugar que no es su casa sino un destino elegido. Señales viales, señales de embarque aéreo, señales de estaciones terminales. Algunos viajan por placer, otros por negocios, muchos por pérdidas o desesperanza. Al llegar se dan cuenta de que no están en el lugar que indicaban las señales que siguieron. El lugar donde se encuentran ahora tiene latitud, longitud, hora local y divisa correctas, pero no tiene la gravedad específica del destino que eligieron.

Están junto al lugar al que eloigieron venir. La distancia que los separa del mismo es incalculable. Tal vez sea sólo del ancho de una calle, tal vez esté a un mundo de distancia. El lugar perdió lo que hacía de él un destino. Perdió su territorio de experiencia. A veces algunos de esos viajeros realizan un viaje privado y encuentran el lugar al que querían llegar, que a menudo es más duro que lo que previeron, si bien lo descubren con infinito alivio. Muchos nunca lo logran. Aceptan las señales que siguen y es como si viajaran, como si siempre permanecieran donde ya están. 

3

Anabelle Guerrero tomó los detalles de la imagen de esta página en el centro de la Cruz Roja para refugiados e inmigrantes de Sangatte, cerca de Calais y del Eurotúnel. El refugio se cerró hace poco por disposición delos gobiernos británico y francés. Varios centenares de personas se refugiaban ahí, muchas de las cuales esperan llegar a Gran Bretaña. El hombre de las fotografías -Guerrero prefiere no revelar su nombre- es de Zaire.

Mes a mes, millones abandonan sus países. Se van porque ahí no hay nada, excepto su todo, que no proporciona lo suficiente para alimentar a sus hijos. Alguna vez lo hizo. Esta es la pobreza del nuevo capitalismo.

Luego de viajes largos y terribles, después de experimentar la vileza de la que otros son capaces, después de llegar a confiar en su propio coraje incomparable y tenaz, los emigrantes se encuentran esperando en algún país de paso extranjero, y todo lo que les queda entonces de su continente natal son ellos mismos: sus manos, sus ojos, sus pies, sus hombros, cuerpos, lo que tienen puesto y lo que, a falta de techo, se ponen sobre la cabeza por la noche.

Gracias a la imagen de Guerrero podemos ver cómo los dedos de un hombre son todo lo que queda de una parcela de tierra cultivada, sus palmas, lo que queda del lecho del río, y cómo sus ojos son una reunión familiar a la que no asistirá. Retrato de un continente que emigra.

4

"Estoy bajando las escaleras de una estación de subterráneo para tomar la línea B. Hay mucha gente. ¿Dónde estás? ¡En serio! ¿Cómo está el tiempo? Estoy subiendo al tren; te llamo después..." De los miles de millones de conversaciones por teléfonos celulares que tienen lugar por hora en las ciudades y suburbios del mundo, la mayor parte, ya se trate de llamados personales o de negocios, comienza con alguna declaración sobre el lugar donde se encuentra el que llama. Las personas necesitan precisar de inmediato dónde están. Es como si las asediaran dudas de que pueden no estar en nigún lugar. Rodeadas de tantas abstracciones, tienen que inventar y compartir sus propias coordenadas efímeras.

Hce más de treinta años, Guy Debord escribió de manera peofética: "... así como derribó todas las barreras regionales y legales, y todas las restricciones corporativas de la Edad Media que mantenían la calidad de la producción artesanal, la acumulación de productos masivos para el espacio abstracto del mercado también destruyó la autonomía y la calidad de los lugares."

El término clave del caos global actual es de -o relocalización. No sólo remite a la práctica de trasladar la producción dondequiera sea más barata la mano de obra y menores las regulaciones. También contiene el sueño demente del nuevo poder actual: el sueño de socavar la condición y la confiaza de todos los lugares estables anteriores, de modo tal que el mundo entero se convierta en un solo mercado fluido.

El consumidor es, esencialmente, alguien que se siente o a quien se le hace sentir perdido a menos que él o ella esté consumiendo. Las maecas y los logos se convierten en los nombres de los lugares de Ningún Lugar.

Otras señales que anuncian Libertad o Democracia, términos robados a períodos históricos anteriores, también se usan para confundir. En el pasado, una técnica común que empleaban los que defendían la tierra contra los invasores era cambiar las señales de las carreteras de modo tal que la que indicaba ZARAGOZA apuntara en la dirección contraria, hacia BURGOS. En la actualidad no son los defensores sino los invasores extranjeros los que cambian las señales para confundir a la población local, para confundirla respecto de quien gobierna a quien, de la naturaleza de la felicidad, de la magnitud del dolor o de dónde encontrar la eternidad. Y el objetivo de toda esa información falsa es persuadir a la gente de que ser un cliente es la suprema salvación. Pero se define a los clientes por donde retiran y pagan. No por donde viven y mueren.

5

Extensas superficies que alguna vez fueron lugares rurales ahora son convertidas en zonas. Los detalles del proceso varían según el continente -Africa o  América Central o el sudeste de Asia- El desmembramiento inicial, sin embargo, siempre procede de algún lugar y de intereses empresarios a los que guía el apetito de una acumulación cada vez mayor, lo que significa apoderarse de recursos naturales (pesca en el Lago Victoria, madera en la Amazonia, petróleo dondequiera que se lo encuentre, uranio en Gabón, etc.) sin importar a quien pertenecen la tierra o el agua. La consiguiente explotación pronto exige aeropuertos, bases militares y paramilitares para defender lo que se está extrayendo, y colaboración con los mafiosos locales. Pueden seguir las guerras tribales, hambrunas y genocidios.

Las gentes de esas zonas pierde todo sentido de residencia: los niños se convierten en huérfanos (incluso cuando no lo son) las mujeres se convierten en esclavas, los hombres en delincuentes. Una vez que eso pasa, restablecer cualquier sentido de domesticidad lleva generaciones. Cada año de esa acumulación prolonga el Ningún Lugar en el tiempo y el espacio.

6

Mientras tanto -y la resistencia a menudo comienza en el mientras tanto- lo más importante que hay que entender y recordar es que los que lucran con el caos actual, cuyos comentaristas están insertos en los medios, continuamente tergiversan la información y desorientan. Nunca debe discutirse con sus declaraciones ni con la serie de términos robados que acostumbran a usar. Hay que rechazarlos de plano y abandonarlos. No llevarán a nadie a ninguna parte.

La tecnología de la información que desarrollaron las empresas y sus ejércitos para poder dominar su Ningún Lugar más rápido es utilizada por otros como medio de comunicación del Todo Lugar por el que luchan.

El escritor caribeño Edouard Clissant lo expresa muy bien: "... la forma de resistir la globalización no es negar la globalidad, sino imaginar cuál es la suma finita de todas las particularidades posibles y acostumbrarse a la idea de que, si falta una sola particularidad, la globalidad no será lo que debería ser para nosotros".

Estamos estableciendo nuestras propias señales, nombrando lugares, descubriendo poesía. Sí, es necesario hallar la poesía en el Mientras Tanto.

Gareth Evans

Como el ladrillo de la tarde guarda 

el calor rosado de la jornada

 

como la rosa infunde vida a una sala

y florece como el viento

 

como los esbeltos abedules susurran sus historias del viento a la urgencia

de los camiones

 

como las hojas del cerco guardan la luz

que el día creía haber perdido

como el nido de su muñeca late

como el pecho de un gorrion

en el aire cambiante

 

como el coro de la tierra halla sus ojos en el cielo

y los revelan unos a otros en la fecunda oscuridad

 

atesora todo lo querido

7

Su Ningún Lugar genera una conciencia del tiempo extraña por inaudita. El tiempo digital. Continúa de forma ininterrumpida durante el día y la noche, las estaciones, el nacimiento y la muerte. Tan indiferente como el dinero. Sin embargo, si bien es continuo, está por completo aislado. Es el tiempo del presente al margen del pasado y el futuro. En él sólo el presente tiene peso; los otros dos carecen de gravedad. El tiempo ya nos es una columnata, sino una única columna fr unos y ceros. Un tiempo vertical al que nada rodea, excepto la ausencia.

Lean unas páginas de Emily Dickinson y luego vayan a ver la película Dogville, de Von Trier. En la poesía de Dickinson, la presencia de lo eterno se hace evidente en cada pausa. La película, en cambio, muestra de manera implacable qué pasa cuando se elimina de la vida cotidiana todo rastro de lo eterno. Lo que pasa, es que todas las palabras y su lenguaje pierden sentido. Es un presente único, en el tiempo digital, no pueden encontrarse ni establecerse coordenadas.

8

Nos orientamos en otro marco temporal. Lo eterno, según Spinoza (que era el filósofo predilecto de Marx), es ahora. No es algo que nos espera, sino algo que encontramos durante esos momentos breves pero infinitos en los que todo contiene todo y ningún intercambio es inadecuado. 

En su libro acuciante Hope in the dark, Rebeca Sonit cita a la poeta sandinista Gioconda Belli, que describe el momento en que se derrocó la dictadura de Somoza en Nicaragua: "dos días en los que fue como si estuviéramos bajo un antiguo echizo mágico que nos devolvió al Génesis, al lugar de la creación del mundo". El hecho de que los EE. UU. y sus mercenarios destruyeron luego a los sandinistas de ninguna manera disminuye la existencia de ese momento en el pasado, el presente y el futuro.

9

A un kilómetro de donde estoy escribiendo, bajando por la ruta, hay un campo en el que pastan cuatro burras y dos burritos. Son particularmente pequeños. Las orejas bordeadas de negro de las burras que me llegan al mentón cuando se levantan. Los burritos, que tienen apenas semanas, son del tamaño de perros terrier grandes, con la diferencia de que tienen la cabeza tan grande, casi como los flancos.

Me trepo a la cerca y me siento en el campo con la espalda apoyada en el tronco de un manzano. Abrieron sus propias sendas en el campo y pasan entre ramas muy bajas, donde yo tendría que encorvarme. Me observan. Hay dos grandes zonas en las que no hay hierba, sólo tierra rojiza, y es a una de ellas donde van muchas veces por día a revolcarse. Primero la burra, luego el burrito. Los burritos ya tienen la franja negra entre los hombros.

Ahora se me acercan. Huelen a burro y a afrecho; no es el olor de los caballos, más discreto. Las burras me tocan la parte superior de la cabeza con la mandíbula inferior. Tienen el morro blanco. Hay moscas alrededor de sus ojos, mucho más inquietas que sus propias miradas interrogantes. Cuando se paran a la sombra en el límite del bosque las moscas se van, y pueden estar parados inmóviles ahí durante media hora. El tiempo se hace más lento a la sombra a mediodía. Cuando uno de los burritos mama (la leche de burra es la más parecida a la leche humana), las orejas de la burra se estiran hacia atrás y apuntan a la cola.

Rodeado por los cuatro a la luz del sol, mi atención se concentra en sus patas, en las dieciséis patas. En su esbeltez, su delgadez, su cuota de concentración, su seguridad. (Las patas de los caballos parecen histéricas en comparación) Las suyas son patas para atravesar montañas que ningún caballo podría abordar, patas para transportar cargas que resultan inimaginables si sólo se piensa en las rodillas, en las espinillas, los espolones, los corvejones, las pezuñas. Las patas de los burros.

Se alejan con las cabezas bajas, pastando, sin que nada escape a sus orejas. Los miro fijamente. En nuestros intercambios tal como son, en la mutua compañía de mediodía que nos ofrecemos, hay un sustrato de lo que sólo puedo calificar de gratitud. Cuatro burros en un campo, mes de junio, año 2005.

10

Sí, entre otras cosas sigo siendo marxista.


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© Helios Buira

San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017

Mi correo: yo@heliosbuira.com

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