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DIVULGACIÓN CULTURAL

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FILOSOFÍA
 

Theodor W. Adorno

El arte y la miseria de la filosofía La perdida evidencia del arte Carácter fetichista 

Lenguaje del sufrimiento - Crítica de la estética psicoanalítica -

La educación después de Auschwitz - El artista como lugarteniente -

 
Lenguaje del sufrimiento
Tomado del libro "Teoría Estética" Taurus Ediciones 1970
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Quizá convenga adoptar hoy para con el arte una actitud kantiana y considerarlo como algo dado. Quien tratase de defenderlo como ante un tribunal, haría ideología y se convertiría él mismo en ideología. Y en cualquier caso puede pensarse que en la realidad, más allá de esa cortina que han tejido de consumo las instituciones y las falsas necesidades, hay algo que objetivamente tiende hacia el arte, hacia una clase de arte que sigue hablando en favor de aquello que oculta la cortina. El conocimiento discursivo puede legar hasta la realidad, hasta en los aspectos irracionales que brotan de su misma ley de desarrollo. Pero hay algo en la realidad que es reqacio al conocimiento racional. Y es que esta forma de conocer le es extraño el sufrimiento porque cree poderlo subsumir y determinar, cree tener medios para suavizarlo. Lo que apenas puede es expresarlo por propia experiencia: eso sería irracional. El sufrimiento, cuando se convierte en concepto, queda mudo y estéril: esto puede observarse en Alemania después de Hitler. En una época de horrores incomprensibles, quizá sólo el arte pueda dar satisfacción a la frase de Hegel que Brecht eligió como divisa: la verdad es concreta. El motivo hegeliano del arte como conciencia de necesidad ha quedado confirmado mucho más allá de cuanto podía él sospechar. Por eso podemos usarlo como contraargumento a su veredicto sobre el arte, a su pesimismo cultural, el cual, por lo demás, pone bien de relieve su optimismo trológico, apenas secularizado, desde el que esperaba una libertad real y efectiva. El oscurecimiento del mundo hace racional la irracionalidad del arte: es una irracionalidad oscurecida radicalmente. Lo que los enemigos del nuevo arte llaman su negatividad, llevados por un instinto mejor que sus angustiados apologistas, es el resumen de todo aquello que oprime la cultura establecida. Hacia allá se nos llama. La desgracia del arte, su principio de opresión, está precisamente en el placer que experimenta en ello en vez de rebelarse, aunque sea vanamente. El hecho de que exprese su desgracia identificándose con ella, nos está anticipando la debilitación de la desgracia. Este hecho, y no la fotografía de la desgracia o una falsa beatitud, es el que describe la actitud del auténtico arte contemporáneo ante la tenebrosa objetividad. Toda otra objetividad se pierde a sí misma por el camino dulzón de su propia falsedad.


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© Helios Buira

San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017

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