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DIVULGACIÓN CULTURAL

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MÚSICA
 

LA OBERTURA

Tomado del Diccionario Oxford de la Música (Tomo II Pag. 903 a 905)
 

El término «obertura» ha adquirido dos significados: a) pieza de música instrumental compuesta para servir de introducción a una ópera, un oratorio u otra similar. b) pieza de música instrumental (para tecla u orquesta) semejante al tipo anterior pero destinada a la ejecución independiente. Se aclararán los conceptos a y b si los tratamos por separado aquí.

Obertura «italiana» y «francesa»

Las primeras óperas y los primeros oratorios (es decir, los de los años inmediatamente posteriores a 1600) o bien carecían de introducción instrumental, o sólo comenzaban con un toque de trompetas u otra manera muy breve de llamar la atención. Pero muy pronto se vio que esto era insuficiente como preparación del oyente, y al desarrollarse y establecerse la forma de la ópera y del oratorio creció paralelamente la introducción hasta convertirse en un tipo definido o, más bien, en dos tipos.

Estos dos tipos han sido llamados la obertura italiana y la obertura francesa, y se asocian con los nombres de A. Scarlatti (1659-1725) Lully (1632-1687), quienes, si no los iniciaron, por lo menos son en gran parte los responsables de su supervivencia.

Ambas tenían más de un movimiento. El tipo italiano era como sigue:

Un movimiento rápido

Un movimiento más lento.

Un movimiento rápido

El francés se componía de lo siguiente:

Un movimiento lento (ejecutado dos veces)

UN movimiento rápido.

(A menudo) un movimiento de danza, moderadamente lento, como por ej. un minué. También podía ocurrir que el movimiento lento o parte del mismo, se repitiera aquí.

Los italianos sostenían la superioridad de su tipo de obertura, Dice Rousseau en su Dictionaire de ´musique (1767), por razón de que «un numeroso auditorio siempre hace mucho ruido, y para obligarlo al silencio hace falta una introducción que llame la atención y sea fuerte»; y al parecer señalaban el peligro de que el grave comienzo de una obertura francesa se confundiera en la mente del auditorio con la afinación de los instrumentos que la había precedido. (Aquí existe cierta confusión entre velocidad y fuerza, ya que el comienzo grave de una obertura francesa no es necesariamente suave).

El tipo francés es familiar hoy a muchas personas, por haberlo usado Händel con mucha frecuencia en sus oratorios. El Mesías comienza con dos movimientos instrumentales; uno lento y grave, en notas con puntillo, que lleva a una cadencia imperfecta, que introduce el movimiento rápido de estilo fugado. El ritmo del movimiento lento y su cadencia imperfecta, así como el estilo fugado del movimiento rápido, fueron todos tomados directamente de la obertura francesa: pertenecen al modelo de Lully. El Sansón y el Jefté de Händel (para tomar otros ejemplos) tienen oberturas similares, con un movimiento de danza más bien lento al final: un minué en el Sansón y una gavota en el Jefté.

El tipo italiano es menos familiar hoy en día, pero se verá que su plan general se asemeja estrechamente con la sonata clásica, al de la sinfonía y al del cuarteto de cuerda de los cuales es, sin duda, uno de los antepasados. A menudo se le daba el nombre de sinfonía, tradición que aún seguimos al hablar  de la «sinfonía inicial» de una ópera.

La innovación de Gluck

Tanto el tipo italiano como el francés eran en verdad pequeñas suites y a pesar de que su música podía estar en consonancia espiritual con lo que seguía (la obertura de El Mesías es un buen ejemplo), no había, sin embargo, conexión orgánica alguna entre la introducción y la cosa introducida. Gluck procedió de otra manera. A sus últimas óperas les compuso una obertura destinada, según él mismo dice, a «preparar al auditorio para el argumento de la obra», es decir, trató de hallar una correspondencia más íntima entre las dos cosas. Para asegurarse este resultado hizo a menudo que su obertura en vez de ser una obra aislada, se fundiera con el comienzo del primer acto. La obertura de Ifigenia en Táuride, con su «tormenta distante», su «tormenta que se aproxima», «tormenta muy violenta» y «lluvia y granizo» que se confunden con la primera escena, es evidentemente el prototipo del preludio de La Valquiria de Wagner.

La obertura mozartiana

En las óperas de Mozart encontramos que la obertura se desarrolla según la forma instrumental que entonces prevalecía, la del primer movimiento de la sonata o sinfonía, a menudo con un pasaje inicial lento y a veces con la interpolación de un pasaje similar en algún otro lugar, y sin la repetición inmediata y convencional de la «exposición» de la forma sonata de la propia época. Es decir que la forma es la siguiente: a) exposición. b) desarrollo c) recapitulación.

También encontramos la tendencia a citar de antemano algún pasaje notable de la obra que sigue, como por ejemplo en la obertura de la ópera Don Giovanni, que nos prepara (por una cita breve) para la música de la estatua de la última escena, y en la de La flauta mágica, donde los trombones aluden a los tres golpes masónicos dados a la puerta del Templo de la sabiduría, que han de venir más tarde.

Alusiones como las que acabamos de mencionar adquieren quizá su mayor significación cuando se ha oído previamente la obra, ya que ayudan, por los recuerdos que traen, a ponerse en ein estado de ánimo acorde con el drama que ha de venir. En los cuatro maravillosos intentos que hizo Beethoven de componer una obertura para su Fidelio, se encuentran alusiones similares, y también las hay en las oberturas de las óperas de Weber. La gran obertura de Los maestros cantores de Wagner es un ejemplo magnífico de este tipo de anticipación.

La obertura como comienzo real de la obra

En la obertura del «caos» del oratorio La Creación, de Haydn, y en la música del río que precede a El oro del Rin de Wagner, así como en la música de tempestad con que comienza La Valquiria, tenemos otra concepción: aquí la obertura comienza realmente la obra, podríamos decir, y las primeras palabras del libreto sólo continúan una corriente de pensamiento que ya había empezado.

La tendencia general durante los siglos XIX y XX ha sido que la obertura disminuya en longitud y en importancia independiente, y sólo contenga lo necesario para despertar el interés y el estado de ánimo adecuado en el auditorio. Si se desea usar un nombre distinto, se puede llamat preludio sinfónico a este tipo de obertura.


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© Helios Buira

San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017

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