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TEXTOS TOMADOS DE LOS MEDIOS

Tomado del diario Página 12

VÍCTOR SANTA MARÍA

Sólo la cultura nos hará libres

La historia de la cultura argentina siempre tuvo su base en los grandes pioneros. Una ordenanza porteña prohibía en 1910 el amasado del pan a mano. Don Torcuato Di Tella y dos socios, los tres combativos inmigrantes italianos, se unieron para fabricar una amasadora que se patentó como Siam (Sociedad Italiana de Amasadoras Mecánicas). Este emprendimiento creció inmediatamente, y pasó a fabricar sin escalas electrodomésticos y, luego, las motos Siambretta. La cumbre del suceso arribó a esta ya exitosa compañía con la puesta en la calle, en la década del 60, de miles de autos Siam Di Tella 1500, cuatro puertas, que se transformaron en el símbolo de la clase media local.

 

Don Torcuato había nacido en Italia, donde fue un importante militante y financista de grupos antifascistas contra Benito Mussolini. Estudió Ingeniería en la UBA y tuvo dos hijos, Torcuato y Guido, que fundaron, en honor a su padre, el Instituto Di Tella, un centro de investigación cultural sin fines de lucro.

 

El Instituto Torcuato Di Tella nació en un marco político conflictivo y se convirtió en la plataforma que contendría y lanzaría a los artistas de las vanguardistas disciplinas que impondrían su marca a fuego en el derrotero cultural nacional. Funcionó durante una década en la llamada Manzana Loca, en la porteña calle Florida 936. Fue el lugar de reunión de los creativos del teatro, la música y la pintura que lograron imponer excelencia en toda su modernidad, fiel a un estilo contestatario al que no silenciaría la sombra permanente de cierre ejecutada por la mano dura y enajenada del dictador Juan Carlos Onganía.

 

Por allí pasaron Luis Felipe Noé, Antonio Berni, Delia Cancela, Julio Le Parc, Pérez Celis, Rogelio Polesello, Antonio Seguí, Clorindo Testa, Federico Manuel Peralta Ramos, Antonio Trotta, Marta Minujín, Roberto Jacoby, Federico Klemm, León Ferrari, Juan Gatti, Inés Gross, Dalila Puzzovio, Graciela Martínez y Ana Kamien, entre otros muchos artistas reconocidos.

Roberto Villanueva dirigió el Centro de Experimentación Audiovisual y logró una puesta única con participación del público y elementos de ambientación desconocidos. Allí debutaron desde Nacha Guevara hasta Les Luthiers, Alfredo Arias, Hugo Midón e Iris Scaccheri.

Por el Centro de Altos Estudios Musicales, de la mano de Alberto Ginastera, se crearon los primeros laboratorios de música electroacústica. Allí surgieron bandas como Almendra y Manal y un mimo llamado Norman Briski. Les Luthiers apareció con sus increíbles y diferenciados instrumentos musicales y Nacha Guevara sufrió su primera censura con su Anastasia querida y una fantástica parodia de la dictadura militar.

 

El artista Roberto Plate realizó la histórica instalación Baño público, en “el cual –en sus propias palabras– los actos placenteros de descarga físicos son reemplazados por actos de descarga emocional”. En el marco de Experiencias 1968 esta obra fue clausurada por la policía bajo el clásico e insostenible lema de “atentado contra la moral pública”. ¿Qué pasaba en realidad? Los visitantes en privado entraban al baño y pintaban grafitis. Y la mayoría eran contra Onganía. Y el más significativo e inolvidable decía “Onganía puto”. La censura no tardó en llegar. Sus compañeros se solidarizaron con el artista y retiraron sus obras y las quemaron en fogata sobre la calle Florida.

 

Era el principio del fin. El inicio de una de las épocas más horrorosas de la Argentina. Y para todos nosotros que tenemos el compromiso de llevar la cultura como bandera de independencia en contra de la oscuridad, se hace necesario recordar que los artistas involucrados redactaron un comunicado conjunto: “Esta es la tercera vez en menos de un año que la policía suplanta las armas de la crítica por la crítica de las armas, atribuyéndose un papel que no le corresponde: el de ejercer la censura estética. Pero los artistas e intelectuales no han sido los únicos perseguidos: la represión se dirige también contra el movimiento obrero y estudiantil; una vez ogrado esto, pretende acallar toda conciencia libre en nuestro país. Los artistas argentinos nos oponemos resueltamente al establecimiento de un estado policial en nuestro país”. En estos días de vientos oscurantistas e inmovilidad emocional, es necesario reivindicar la postura del Instituto Di Tella. Tenemos la obligación de crear desde la cultura un espacio de ideas creativas para poder producir un cambio que nos haga mejores. Si se niega la cultura, los pueblos quedan ciegos. Cultura es cambio y movimiento. Cultura es libertad. Cultura es pensamiento colectivo. Y solo eso nos hará libres


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© Helios Buira

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