MI SITIO PERSONAL

Inicio - Presentación - Axiomas - Textos - Entrevistas

 
MIS HISTORIAS

Volver a Historias


Cuando ingresé a la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano luego de haber sido aprobado en el examen, los primeros días fueron de sorpresa en sorpresa. Había nacido y me había criado en el Barrio de Floresta y el mundo del arte para mí era algo desconocido, aunque me agradaba dibujar y lo hacía todo el tiempo, pero sin saber que había un lugar “importante” donde podría aprender todo lo que vino luego. Me inscribí en una escuela en la cual daban clases de dibujo en el horario nocturno. El profesor era Don Luis Angel Trigueros que, luego de dos años de enseñanza, me dijo que estaba preparado para dar examen en Bellas Artes. Palabras extrañas para mí. Entonces me explicó de qué se trataba y era ahí, en esa escuela donde yo aprendería lo necesario para después poder expresarme por mi cuenta. Me costó entenderlo, pero averigüé, me inscribí y di el examen. Cuando le hice el comentario de que había sido aprobado, me abrazó y me dijo: “-Adelante. Vas a ser un artista”.

 

Lo seguí viendo durante un tiempo, iba a su casa y le contaba cómo me iba, lo que aprendía y él seguía orientándome, estimulando. Se mudó a una provincia y dejé de verlo. Pero sigue acompañándome. De no haber sido por él, nunca hubiese ido a La Belgrano.

 

Decía que los primeros días fueron de sorpresa en sorpresa. Claro, venía desde un barrio periférico. Ver tipos barbudos muchos de ellos fumando en pipa, con un ropaje que nunca había visto en el barrio, lo mismo que las mujeres, que también fumaban y ese fumar se hacía incluso dentro de las clases, tanto profesores y profesoras. Hablaban en voz alta, discutían y usaban palabras desconocidas por mí, que después supe que eran nombres de artistas, de escritores, filósofos, que con el tiempo fui aprendiendo a conocer, a saber de quiénes eran esos nombres. Luego las primeras amistades en el mundo del arte, compañeras y compañeros de curso que nos reuníamos ya siendo parte de esa maravillosa escuela. Íbamos a La Rábida, el bar que estaba en la esquina de Juncal y Cerrito, en diagonal a la escuela y allí aparecían las primeras discusiones, el intercambio de pensamientos, el estudio de una materia en compañía. Así fueron pasando los años consolidando el aprendizaje, indagando, intentando el primer taller propio, o el lugar de trabajo sin obstáculos o distracciones. El mío fue en la terraza de la casa donde vivía con mis padres, quienes con sacrificio (lo supe después) instalaron una pieza prefabricada de cuatro metros por cuatro, con un ventanal grande y allí comencé a transitar el camino del arte, cosa que sigo haciendo mientras esto escribo. Y es por eso que di en titularlo “Anotaciones desde el Arte” porque allí fue donde me nutrí, donde aprendí, viví y sigo viviendo la maravilla del universo sensible que me fue presentado en el momento en que conocí a Don Luis Angel Trigueros y él, como puente, me introdujo en este mundo. Recuerdo una charla con Aldo Caponi, compañero y amigo que, estando en un bar, me dijo: “Esto nuevo que acabamos de conocer, es un camino. No lo dejaremos jamás”

Fue cierta aquella sentencia, viejo Aldo. Acá estoy.


Subir

© Helios Buira

Barrio de San Nicolás - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Correo: buzon@heliosbuira.com

Este Sitio se aloja en REDCOMEL Un Servidor Argentino