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MIS HISTORIAS

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Sandra preparó nuevamente el mate, calentó el agua, mientras fui a buscar el libro de Balán.

-Escuchá esto –dije- y comencé a leer:

«El hombre es Naturaleza y todo lo que aquél haga será, en el fondo la voluntad de ésta, aunque se emplee para ello el racionalismo humano. Esto es en el plano científico. Pero en el plano artístico el hombre, receptor y vehículo de la tan misteriosa “inspiración”, hace no sólo lo que la naturaleza quiere, sino también a la manera de ésta. Y lo que la naturaleza quiere ya ha sido atisbado, más o menos, aún antes que Darwin: concretar la evolución, su obra, aunque sólo ella sabe hacia dónde se encamina.

Señaló Teilhard de Chardin –motivo para discutir, pero justificadamente impactante- que todo se encamina hacia la concreción de la noosfera. Y a la noosfera la concibo como una entidad cognoscente pero sobre todo imaginante. Además, hablan algunos pensadores de una era del ocio (“otium” grecolatino) y por lo tanto de goce estético, que sucederá a la era tecnológica. ¿No habla todo ello del rol que al artista le cabe en la evolución, obra de la naturaleza, y no surge, por ende, como continuador de ella? Esto pareciera vanidad de artista, pero en el fondo no cabe actitud más humilde. Dije y subrayo: el artista no sabe cómo hace su obra ni de dónde le viene, y en última instancia, es la Naturaleza que obra a través de él. En apoyo de esto, hay una teoría moderna que sostiene –con sorprendentes pero muy atendibles fundamentaciones- que la obra de arte se hace sola, y que el artista, mecanismo automático y pasivo pero no autónomo, sólo materializa lo que el arte le exige, ya que el arte obviamente, no dispone de manos que empuñen un pincel impregnado en pintura»

-Qué hermoso –dijo- me identifico plenamente, o al menos, siento que de esa manera trabajo; muchas veces pensé que lo hago en automático y ese pensamiento no me hacía bien, pero, ahora que escuché lo que acabás de leer, me tranquilizo un poco.

Dicho esto sonrió, me ofreció el mate y mientras sorbía la infusión, pensé en que también yo a veces, partiendo del mazacote de arcilla, dejaba que las formas me guiaran, me llevaran a dónde ellas querían llegar. Se lo dije.

-Te vi –respondió- en algunas obras comenzás poniendo barro sobre el caballete, te quedás mirando un buen rato y en un momento, te ponés a trabajar-

-Sí –dije- y creo que cuando parto desde un título y voy dando forma a eso que derivará en el acto que confirme el título, las formas, se van “creando” (hice el característico entrecomillado con los dedos en el aire) sin mi intervención, al menos, eso creo, porque mientras construyo, va surgiendo algo que había pensado durante un tiempo, pero que termina siendo muy diferente.

-Me agrada esto que hablamos –dijo- me hace ver mucho de lo que pienso, que tal vez, estando sola sería imposible.

-El intercambio. Dije.

-Lee un poco más. Dijo 

Le di el mate y continué con la lectura.

Hay pintores que se jactan de ser “de avanzada”. ¿Avanzada hacia dónde? En arte no hay progreso (Ernesto Sábato, “Hombres y Engranajes, 1970, pág. 89) Por descontado que aquí no se confunde arte con técnica del arte, donde sí puede haberlo.

Progresar en arte es hacer la cosa cada vez mejor porque en última instancia, arte es todo lo que está bien hecho. Un troglodita que dibuja cada vez mejor su bisonte rupestre hubiera sido tan de avanzada como Vasarelli, suponiendo que éste hiciera tan bien lo suyo como aquél, cosa dudable. Además, da que meditar el hecho de que la pintura de las cavernas sean, por consenso universal, permanentemente modernas, es decir, de avanzada perenne. Pareciera ser la evidencia del aserto de Sábato.

-Impresionante –dijo- ¿Él fue maestro tuyo?

-Sí, dije. En la Escuela de Bellas Artes y, si soy escultor, se lo debo a él, pues cuando vio mis dibujos, me dijo que eran de un escultor y me insinuó que fuera a ver a Pujía, cosa que te contaré en otro momento, pues es una historia linda, cálida, de mucho afecto.

-No me voy a olvidar –dijo- y te voy a recordar que lo hagas. Lo dijo mientras me alcanzaba el mate


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© Helios Buira

Barrio de San Nicolás - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Correo: buzon@heliosbuira.com

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