FORMAR
El artista, en el momento que comienza su trabajo sobre el soporte,
a la vez, expresa su personalidad concreta que se ha convertido en
un modo de formar.
Lo hecho, ese formar, es el motivo por el cual es reconocido. O sea,
lo formado, es el contenido de la obra. Por eso, contenido y forma
son inseparables.
Formas tomadas del mundo circundante o, desde la introvisión, ese
núcleo del espíritu que le va "dictando" el cómo formar.
Ambas maneras o modos de expresión, luego, al ser recibidas por
quien observa desde su universo sensible, cierra el encuentro.
Se habla del estilo, que no es otra cosa que el modo de formar algo
propio, inimitable, característico. Así, el artista se forma en la
obra, dejando su huella.
Cuando nos detenemos ante una obra que nos atrae, lo que estamos
viendo es a la persona creadora, hecha objeto físico. Por ello
decimos un Van Gogh, Gauguin, Picasso, Berni o quien sea que estemos
observando. Porque la personalidad del artista se ha convertido en
"ese" modo de formar, no en otro, que nos lleva a decir "original,
única e irrepetible" refiriéndonos a la obra que estamos observando.
Es una afirmación. Un sí, podría decirse, para siempre.
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