LA CRÍTICA DEL ARTE. ALGÚN CONSEJO Y MIGUEL
BRIANTE.
Compartí con Miguel Briante algunos años en el Centro Cultural
Recoleta, cuando él era Director General. Fueron buenos años los de
su gestión, más allá de las cuestiones que teníamos entre el
personal, divididos por razones políticas, gremiales y éticas.
Pero la gestión fue favorable, se hizo mucho, se llegaron a
programar muestras memorables y se amplió el panorama de contenidos
de las exposiciones. A la grilla ingresaron artistas que nunca
habían expuesto allí y debo decir, que al dejar Briante su gestión,
muchos de ellos, no volvieron a ser convocados, pues los
funcionarios responden a la política cultural que baja desde el Jefe
de Gobierno, pasando por el Ministerio de Cultura y desde allí, a
los diferentes organismos que lo integran.
No haré aquí una evaluación sobre las distintas gestiones, sino que
mi interés es memorar de algún modo, aquellos años con Miguel.
Era un tipo apasionado. Tal vez, de vida tempestuosa, pero se me
hace pensar que auténtico.
Solía decir: "Los ejes del hecho cultural son tres: la libertad, el
compromiso y la acción. La cultura no debe estar asociada al arte
decorativo, sino al gesto creativo, a la libertad, a la difusión, al
estímulo, a la actualización de los programas educativos".
Tuve el honor de buenas charlas tanto en el Centro Cultural, como en
algunos bares situados por la zona.
Un amigo, José Bertolo, buen artista y creo que uno de los mejores
realizadores escenográficos que hubo en Argentina, con quien había
compartido también años de trabajo en el Teatro Colón, me pidió que
le escribiese un texto para el catálogo de una de sus muestras. En
verdad, no sabía qué escribir, ni siquiera cómo. Recurrí a Briante.
Estábamos en un bar y le pregunté cómo podría hacer ese texto.
Pensó, sorbió un trago de su vaso y dijo: "Contá un cuadro. Contá un
cuadro de los que va a exponer. No intentes hacer una crítica. La
crítica no existe. Nadie puede criticar una obra. Sólo puede
contarla. Pero la mayoría se meten en los recovecos de la crítica y
es así las estupideces que leemos".
Pero nunca pude dejar de pensar, de sentir, que él fue de los
mejores críticos que pude leer. Tal vez, por eso que dijo, porque él
no hacía crítica. Era un escritor.
Buen lector. Me hablaba de Faulkner, de Roberto Arlt, decía que
Rulfo era uno de los grandes y cuando le pregunté por Borges, me
dijo, decidido, "un inmenso, quizá el más grande".
Briante entendía el ejercicio literario y del periodismo diciendo
que el compromiso con la palabra y la escritura es un compromiso
político. Tal vez, como lo hicieron Rodolfo Walsh, Tomás Eloy
Martínez, entre otros.
Recuerdo una experiencia que se hizo, por tres días consecutivos: un
canal abierto de TV para Buenos Aires, se le dio por nombre, el
Canal 5 de Recoleta. Un organismo oficial autorizó la propuesta y
una frecuencia autorizada por la Secretaría de Comunicaciones que se
podía utilizar sólo por tres días, generó una acción maravillosa y
sorprendente. La experiencia fue vista por más de 20.000 personas y
allí participaron estudiantes de periodismo, de radio, de
televisión, artistas plásticos, actores, todo, bajo la dirección de
Pancho Guerrero. Fue una experiencia formidable. Sin Briante, eso no
se hubiera hecho.
La muestra de Antony Quinn, que generó una andanada de comentarios,
se escribió mucho sobre las pinturas y esculturas de ese legendario
actor, muestra que fue visitada por miles de personas.
La muestra por los 500 años de lo que se dio en llamar el
Descubrimiento de América, fue también un hecho importantísimo que
estuvo en vigencia casi cinco meses. “La Conquista” fue el título
Y podría seguir mencionando grandes logros de la gestión de Miguel
Briante, siendo el Director General del Centro Cultural Recoleta,
pero tampoco es mi intención.
Quería memorar a Miguel, por quien tuve y tengo un hondo afecto, el
recuerdo de buenos momentos trabajando con él y terminar, diciendo
que Nació en 1944, vivió plenamente una existencia apasionada, en
las letras y en la militancia.
Tuvo que dejar la Dirección general del Centro Cultural Recoleta,
cuando se negó a desalojar a las Madres de Plaza de Mayo -que hacían
una muestra allí-, un día en que el presidente Menem, debía
concurrir a una exposición sobre el Holocausto judío.
Volvió a su pueblo, General Belgrano, donde un accidente, se llevó
su vida. |