LA IDENTIDAD EN LA ENTIDAD.
Y FERNANDO FADER
Una obra de arte es una entidad.
Tiene vida propia, tiene su universo y el cómo y el por qué fue
hecha, es algo que no la modifica.
Esa identidad tiene sus pares en las distintas disciplinas que
conforman el mundo del arte, cada una, con la impronta digital que
le corresponde.
A su vez, esta entidad, está inmersa en la circunstancia del hombre,
es una presencia que habita el planeta.
La obra de arte es cosa que dice.
Más si alguien se detiene a observar una obra, el cómo y el porque
se para ante ella, es algo que tampoco la modifica.
Pero qué sucede cuando alguien se detiene frente a una obra para
observarla, abiertos los sentidos: ese alguien ya no será el mismo.
Aparece aquí un interrogante debido al carácter esencialmente
subjetivo de la obra artística y a la correspondiente subjetividad
en el juicio valorativo de quien la observe.
Quizás por eso Picasso dijo que una obra de arte son tantas obras
como la cantidad de personas que la miren.
Quiere decir esto, que esa entidad, esa cosa que tiene su propio
universo, funciona como receptor de las necesidades sensibles de
quien se detiene ante ella y debido justamente a que ese encuentro
se da en el plano de lo subjetivo, es que cada uno ve allí lo que
solamente ese uno puede ver y sentir.
Fernando Fader, le pide a Federico Müller, en una carta fechada el 2
de mayo de 1917 que le envíe de manera urgente una cantidad de
colores que detalla y termina diciéndole:
“Hágame el favor de despachar todo eso
pronto. Ya se nos viene el invierno encima y he perdido más de dos
semanas de hojas rojas y amarillas… Es un crimen artístico”
¿Se comprende? Fader dice que es un crimen
artístico. O sea, que está más allá de una técnica, de colores o de
formas. ¡Ha perdido dos semanas de hojas rojas y amarillas! Se trata
de algo vital, relacionado con una estación. Con el ánima. Y ahí,
Fader es un todo emocional.
Es que el paisaje, a él, lo tomaba hondo.
Es por ello que los nacidos para ser grandes se aíslan, para estar
lejos del tumulto, para, así, poder verse a sí mismos y de esa
manera expresar el contenido que consideran necesario decir, dada
una visión del mundo.
Para Fader, la pintura es un sentimiento íntimo, reflejado en una
tela.
Agregaba que «lo viejo es siempre nuevo. Lo que pensó Rafael hace
tres siglos, es moderno si lo pienso yo. Es futuro, pensado por un
pintor del siglo XXI»
Considero que es cierto, que eso significa traer el pasado a hoy, en
vez de ir a buscarlo y quedarse en él. No hay cronología. Cronos
pertenece al mundo tridimensional, al mundo que llamamos real. Pero
para el artista, lo real, no siempre es verdadero.
La emoción, le nace desde un sentimiento de belleza.
© Helios Buira |