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TEXTOS
De mi autoría
 

El arte. Explicaciones. El tiempo

Durante milenios el hombre intentó dar una explicación acerca del arte.
Hay miles de explicaciones. Unas acuerdan, otras se oponen, contradicen o niegan.
Y así podemos abordar la cantidad de explicaciones que se nos ocurra.
Seguimos aun queriendo dar una respuesta al interrogante sobre el arte.
Pero muchísimos milenios antes que estos miles de años de explicaciones hubo un hombre, uno, primero, que en ese día no le importó qué comería ni con qué se abrigaría ante el frío de la noche; porque tuvo una necesidad distinta. Entonces corrió hacia el muro de la cueva y plasmó una imagen. Fue el comienzo de todo.
Tal vez una puesta de Sol, la lluvia, el color de las hojas -por lo que después diríamos Otoño-, la mirada de alguno de sus cercanos; quizás un dolor o una alegría lo impulsó a saber que había algo distinto. Pero necesario. Y esa necesidad fue la distinción.
Se trata del arte rupestre que aparece en las paredes de las cuevas, grutas, refugios, cuyo inicio posiblemente hayan sido las representaciones en negativo de manos, como también algunos signos geométricos, pero, las que llaman la atención son las figuras de animales, las escenas de caza, 
El hermetismo que encierran aún no ha sido del todo develado, a pesar de los intentos de antropólogos e historiadores del arte, sociólogos y demás estudiosos.
¿Cuál fue el significado que tuvieron estas manifestaciones artísticas?
Se han dicho muchas cosas al respecto.
Algunas, que se trata de las primeras manifestaciones del placer estético del hombre, placer que les proporcionaba el reproducir en la pared de la cueva el mundo que lo rodeaba, seguramente en el tiempo "libre" que les quedaba entre cacería y cacería.
Para otros, estas manifestaciones tienen un sentido mucho más profundo y vital: son la forma de conexión entre el hombre y el mundo circundante, por lo que quienes proponen esta forma de ver, el arte primitivo se liga directamente a la magia.
Seguramente aquéllos, consideraban que estaban rodeados por distintas "furzas" que se encontraban en los hechos y en los objetos.Estas fuerzas tenían una carga positiva, benéfica, o negativa, maléfica.
Por ello, a través de la magia, el hombre podía "controlar" ese mundo.Si pensamos que lo primordial era el hecho de la caza para conseguir el sustento, nos encontramos viendo entonces a un bisonte flechado y los cazadores en rededor, grabado en la pared del muro, como testimonio mágico de que "eso", iba a ocurrir afuera, cuando fueran a perseguir a la presa.
¿Qué llevó a aquel hombre a modificar la pared de la cueva imprimiendo en ella una imagen que aun hoy nos sigue asombrando, colmándonos de emociones?
Porque después de milenios hablamos, discutimos, proponemos una enorme cantidad de argumentos sobre si la obra es el trabajo que el artista hizo o si es en verdad el producto de algo concebido previamente.
Pero aquél; aquél primero ¿Qué? ¿Cómo? ¿Para qué? Pues no había nada antes. No sucedía intelecto, ni memoria, ni inconsciente colectivo, ni la posibilidad de hacer la obra a la manera de, o interpretando a...
No. No era factible algún afano, o robo, o como quieran decir ustedes, respecto de la imagen de otro.
No se hallaban críticos para sostener con argumentos de la razón lo que en verdad se sustenta con sólo mirarlo, percibirlo,  y emocionarse; sólo se sostiene con la razón del sentimiento.
No había marchands que se ocupen de "mover" la obra ni tampoco existía la posibilidad de revistas especializadas en las cuales uno paga la nota y figura como un tipo interesante dentro de la plástica nacional con epítetos como: "novedoso", "audaz", "espontáneo", como si esto hiciese a la obra de arte o mejor dicho al artista.
Si tomamos a Antón Bruckner el pobrecito ni siquiera tendría acceso para escuchar uno de sus conciertos dado su total opuesto a estos términos anteriormente entrecomillados.
Ni que hablar de Jacob Wassermann, con una timidez casi patológica, su falta de sentido de la "realidad" diaria, su despreocupación en cuanto a las cosas que le interesan a las personas "prácticas".
Quiero decir con esto, que allá lejos y hace tiempo no existía alguien que le dijese al cavernícola que su obra era "estupenda", "graciosa", "divertida" o cualquier estupidez con la que hoy en día se cualifica a la obra de un artista.
Y que no necesariamente un artista tiene que ser novedoso, audaz ni espontáneo.
Pregunto: ¿Qué cosa misteriosa hizo que Aquél Primero tuviese la necesidad de grabar esas imágenes?.
Cuando Rodin creó El Pensador, alguien le observó lo forzado de la postura, ese brazo derecho apoyado sobre la pierna izquierda y el maestro respondió: -"¿Se imagina usted lo que habrá sido el primer pensamiento del primer hombre?.¡Qué momento! ¡Cuánto esfuerzo!".
Qué momento, que instante de eternidad cuando ese pensamiento quedó impreso en la roca para los tiempos.
Un pensamiento libre. Porque aquél hombre nació libre; libre en su espíritu.
Milenios después tuvimos que decir: "La liberación del hombre debe comenzar por la liberación espiritual". Y Bretón tuvo que aconsejar: " "El vertiginoso descenso al interior del espíritu".
Y qué tendríamos que decir hoy, cuando los cimientos de esta civilización se están resquebrajando.
 
© Helios Buira

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© Helios Buira

San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017

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