Cuando uno intenta introducirse en el campo de las ideas y
con deseos de compartirlo se comunica con alguien,
seguramente debe preguntarse si lo que dice es a favor del
encuentro, o bien genera una confusión que lo complica todo.
Correré el riesgo e intentaré puntualizar para no quedar en
enunciados, más allá de que estos textos salgan de mí como a
borbotones, sin planificación previa de lo que quiero
expresar.
Sé que es infinito el amontonamiento de ideas debido a la
cantidad de personas que disponemos de ellas, a veces tan
contradictorias. Es más, cuantas de estas contradicciones
albergamos cada uno de nosotros.
Espero y deseo hondamente que al finalizar la lectura de
estos escritos desde el arte, acordemos en una cantidad de
capítulos, para que se cumpla el hecho maravilloso del
encuentro. Y si así no fuere, bueno, estos son mis
pensamientos, mis deseos, mis ganas y me alegra sobremanera
poder expresarlos.
Suelo tener reparos con el mundo filosófico - matemático,
con el mundo filosófico - científico; en verdad creo y me
muevo en el mundo filosófico - poético, en el cual lo
real no siempre es verdadero.
Considero que la razón nos aleja del encanto del
sentimiento. Pascal decía entonces que el corazón tiene
razones que la razón no tiene.
Hay una trama evidente del mundo y una trama secreta. Esta
última es la que gobierna el mundo de los sentimientos, el
mundo del arte.
Comienza así, la eterna disyuntiva: de que lado se está. La
atmósfera o el cielo, la luna conquistada o la luna de los
poetas.
"Y se llama poesía todo aquello que cierra la puerta a los
imbéciles". Esto es de Aldo Pellegrini, de quien acerco
algunas palabras. Escuchemos en silencio.
"La poesía tiene una puerta cerrada herméticamente para los
imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es
una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su
estructura es tal, qué, por más esfuerzos que hagan los
imbéciles, no pueden abrirla; mientras cede a la sola
presencia de los inocentes (nada hay más opuesto a la
imbecilidad que la inocencia); la característica del imbécil
es una aspiración sistemática a cierto orden de poder. El
inocente en cambio, se niega a ejercer el poder, porque los
tiene a todos.
Los imbéciles buscan el poder en cualquier forma de
autoridad: el dinero en primer término y toda la estructura
del estado, desde el poder de los gobernantes hasta el
microscópico pero corrosivo y siniestro poder de los
burócratas; desde el poder de la iglesia hasta el poder del
periodismo, desde el poder de los banqueros hasta el poder
que dan las leyes.
Toda esa suma de poder está organizada contra la poesía.
Porque la poesía significa libertad, significa afirmación
del hombre auténtico, del hombre que intenta realizarse en
plenitud".
A esta imbecilidad de la que habla Aldo Pellegrini, la
relaciono directamente con la hipocresía, que suele causar
tanto dolor y desolación en los seres sensibles.
De qué lado se está.
Hoy, con los valores trastocados, para los jóvenes, la
elección es muy difícil pues los poderosos han bloqueado
todos los caminos con la bruma del espanto, han sembrado de
muertos las distancias y están siempre al acecho, impunes, y
el horror es el nauseabundo olor que despiden
No es estar de uno u otro lado, ni en los dos al mismo
tiempo.
Se está de un solo lado.
De este lado.
El mundo del espíritu cae de manera inversamente
proporcional al obstinado "progreso" de la civilización.
Pregunto: ¿Estaremos en los comienzos del fin de esta
civilización?
Cuando el hombre entra en estado desesperante para
sobrevivir, cuando la lucha por lo material parece no tener
fin, cuando lo efímero, lo trivial y las comodidades
innecesarias ocupan un lugar destacado mientras la tercera
parte de la humanidad padece hambre, quiere decir que se ha
perdido el rumbo. Así como crecen las tecnologías, la
mecanización, la economía de los poderosos, del mismo modo y
con la misma intensidad, crece la inseguridad y la
inestabilidad a la que se ve sometido el ser humano.
Los medios de comunicación globalizados, nos muestran a
diario las miserias espirituales de los gobernantes cuando
vemos y oímos que nos hablan de este presente maravilloso,
de sus planes económicos, de los proyectos hacia el futuro,
mientras las cámaras de TV, casi como una conspiración, nos
muestran los dolores indescriptibles que padecen poblaciones
enteras que habitan este bendito planeta.
Miles y miles de chicos que mueren a causa del hambre a cada
minuto, madres desesperadas que llevan los huesos cubiertos
de piel de sus hijos en brazos que apenas pueden sostenerlos
buscando una migaja cuando sabemos que ya es tarde.
Entonces Munch grita y gritará por los siglos de los siglos.
Porque el arte y la fe salvarán al hombre. Porque el arte es
un acto de fe, un acto de vida.
Porque el cavernícola fue artista antes de completarse como
hombre y ello sigue vigente.
Y Herbert Reed escribiendo: "Toda la fábrica de inteligencia
humana, se halla amenazada en sus cimientos".
Y cuando vemos que el principio mercantil se apoderó de los
valores sensibles del hombre, las palabras de este pensador
poseen una presencia aterradora, dado que una máquina, un
pasa cassette tiene más valor que la vida de un chico.
Cuántas balas hay alojadas en la cabeza, en el cuerpo de
tantos chicos de la calle.
Vivimos en la intención de un mundo mecanizado; el hombre
cosificado que debe dar por perdido al hombre concreto, al
hombre completo, que es espíritu encarnado.
Y ese loco de Gauguin diciéndonos: "¿De dónde venimos?, ¿Qué
somos?, ¿Hacia dónde vamos?.
Una vez más el artista que nos hace pensar y mirarnos
dentro, una vez más el artista ocupándose del hombre.
Este Gauguin que ha sufrido como pocos, pasando hambre,
enfermedades, indiferencia. Más sabía lo que hacía. Claro,
se refugió en la isla porque los hombres de la ciudad lo
acosaban con su mediocridad, con sus estupideces, con su
imbecilidad. Y en un inmenso acto de burla, le escribe al
Director del Mercure de Francia una carta memorable que
termina así:
«Me queda por decirle que Tahití es tan agradable como
siempre, que mi nueva esposa se llama Pahura, tiene catorce
años y es muy libertina; pero eso no tiene comparación con
sus virtudes. Y finalmente, sigo pintando cuadros de una
grosería repugnante»
Y la rueda del tiempo sigue, la trama existe como marca del
destino y el azar concertado nos ubica en el mismo espacio y
en el mismo instante. ¿Acaso Gauguin no está aun entre
nosotros? ¿Qué es lo que sucede cuando la Energía de los
Grandes atraviesa el tiempo?.
Un esclavo de Miguel Ángel es aquella vez, es hoy y será
siempre.
El arte es un absoluto.
© Helios Buira