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TEXTOS |
De mi autoría |
Sábato dice que “expresión,
es presión hacia fuera”.Puedo concebir entonces que el expresionismo
trata de decir, mediante una presión, la sustancia, la esencia de
los seres y las cosas. Las hace “salir” y “aparecer”. Con fuerza,
sin consideraciones. En un aparente desorden. En un desajuste que
rompe con lo que tradicionalmente se concibe en la forma ordenada,
pulcra. Al principio, hiere a los ojos, pareciese como si los
ofendiera. Un conglomerado de pasiones, de sentimientos
desbordantes, por momentos alucinantes, en eso que va a ser “todo el
espectáculo”, al decir de Antonin Artaud. Pienso que el
expresionismo no es la manifestación de una época, de un tiempo en
el arte. El expresionismo ha existido siempre. En toda creación
artística importante; quiero decir las grandes obras. Desde la Venus
de Willendorf, los Caprichos de Goya, su Obra Negra, las escenas
callejeras de Daumier, hasta las pinturas rupestres que bien podrían
haber sido la manifestación del llamado período expresionista. Ese
período, manifiesta su apogeo entre 1880 y 1918 aproximadamente,
siendo, para mí, sus precursores, Vincent Van Gogh y Paul Gauguin. A
su vez, el expresionismo, no es un grupo ni una escuela, sino todo
lo contrario. Podría decirse que es una tendencia, a diferencia del
impresionismo, del fauvismo o del cubismo, que sí, fueron
movimientos y si se quiere, se podría hasta darles fechas de
nacimiento, de desarrollo y fin. Los grandes artistas llamados
expresionistas, nunca estuvieron agrupados, más bien, eran notorios
solitarios. Y muchos de ellos, con existencias complicadísimas. Se
ha llegado a decir que el expresionismo es el grito de los
solitarios, desgarrados por un mundo que veían caer, por la moral
estrecha de una sociedad que creyéndose eterna, se moría. Suelo
pensar que, luego de la primera guerra mundial, dejaron en claro a
través de sus obras, que el mundo que venía, iba a ser peor aún. Y
ya sabemos lo que fue la segunda guerra mundial, con los horrores
del nazismo. Considero que El Grito, de Edvard Munch, podría
sentenciarse como emblema del expresionismo. Es un grito casi
demencial. Pero un grito que el mundo no escuchó. Los expresionistas
se sentían solidarios con los humildes, los pobres, los obreros.
Para ellos el arte era una entrega, un compromiso. Pero pagaron cara
su bondad, su lucidez, su libertad. La mayoría de ellos sufrieron lo
indecible, muchos, llegando al suicidio y para colmo, se les puso el
mote de “malditos” El hecho de que llegaran a la deformación para
acentuar la expresión, cosa esencial en el expresionismo, pareciera
ser que esa actitud creativa, se les endilgó a las respectivas
existencias. “El problema de la relación del arte con la vida social siempre ha desempeñado un papel muy importante en todas las artes que alcanzaron un determinado grado de desarrollo. Este problema generalmente se resolvía y se resuelve en dos sentidos directamente contradictorios. Unos decían y dicen: «No es el hombre para la cosa, sino la cosa para el hombre» No es la sociedad quien sirve al artista, sino el artista quien sirve a la sociedad: el arte debe contribuir al desarrollo de la conciencia humana, al mejoramiento del orden social. Otros niegan terminantemente esta concepción. Según su criterio, el arte en sí mismo es un fin y el convertirlo en un medio para alcanzar otras finalidades accesorias, aunque más nobles, significa despreciar la dignidad de la obra artística” Para intercambiar ideas y pensamientos ¿verdad? |
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© Helios Buira
San Cristóbal - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2017
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