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MÚSICA
 
BRUNO CAGNOLI
 

Las artes, espejo de una pasión - El melodrama italiano por nuevos rumbos

 
Las artes, espejo de una pasión
 

En el principio, claro, fue Dante que en su inmortal poema rescató la trágica historia amorosa de Paolo y Francesca. Después de la muerte del Altísimo en 1321, Giovanni Boccaccio explica y divulga el episodio de los infortunados amantes, leyendo en público La Divina Comedia en Santo Stefano di Badia, en Florencia, en 1373, por encargo de la república florentina. Sin fundamento histórico, Boccaccio enriquece el relato con notas y comentarios. En esta rápida reseña cabe consignar que el tema también fue abordado durante los dos siglos siguientes por Francesco Petrarca, Luigi Pulci, Ludovico Ariosto y Alessandro Tassoni.

El episodio será siglos después muy apreciado por el Romanticismo en reelaboraciones poéticas y teatrales. Fue muy aplaudida en Italia la tragedia en cinco actos Francesca da Rimini de Silvio Pellico, representada en el teatro Re, de Milán, en 1815, que se mantuvo en su repertorio hasta 1870. Otros muchos autores del siglo XIX idealizaron a Francesca al amor puro e inocente, a excepción de la fantasía dramática de Mario Rapisardi (1869).

Fuera de Italia, el tema de Paolo y Francesca aparece en The Prophecy of Dante de Lord Byron, poema breve, publicado en Londres en 1821 que, pese a sus méritos, es una de las obras menos famosas del poeta inglés. Colmada de acentos políticos, civiles y sentimentales, sirve para subrayar los rasgos que les son comunes: fueron exiliados, peregrinos, profetas y patriotas. Entre los franceses, se descubren reminiscencias de la misma historia en Chateaubriand, Lamartine, de Vigny, Balzac, Victor Hugo, Merimée, de Musset y Flaubert. Otros trabajos notables aparecen en Alemania, Suiza, Suecia y Rusia.

En el ámbito teatral el panorama es asimismo amplio, tanto dentro como fuera de Italia. La tragedia en cuatro actos Francesca da Rimini de Georges Henry Boker, representada en Nueva York en 1855, es considerado el aporte del teatro estadounidense del siglo XIX. Francis Marión Crawford, su compatriota, aunque nacido y muerto en Italia, es autor de un drama homónimo escrito en 1902 y merece también ser destacada la tragedia en verso, en cuatro actos, Paolo r Francesca, del poeta y actor británico Stephen Phillips, estrenada dos años antes en el teatro St. James de Londres. Entre los dramaturgos italianos de inicios del siglo XX pueden señalarse trabajos de Arturo Colautti (1901), Nino Berrini (Buenos Aires, 1901), Giovanni Alfredo Casareo (Palermo, 1905) y en primer lugar la Francesca da Rimini de Gabriele D'Annunzio, representada por primera vez por la compañía de Eleonora Duse (la legendaria actriz amante del poeta), el 9 de diciembre de 1901, en el Teatro Costanzi de Roma, obra de muy feliz factura que resume los principales motivos de la musa dannunziana. Finalmente, es imposible no recordar el poema Inferno, V, 129 de Jorge Luis Borges, que posee el aliento inmortal de Dante: "... Otro libro hará que los hombres, sueños también, los sueñen".

En las artes figurativas son numerosas las obras del Ottocento inspiradas en el episodio dantesco, contándose entre las más célebres las de Jean-Auguste Ingres, William Blake, Ary Scheffer, Eugéne Delacroix, Gustave Doré, Alexandre Cabanel, Dante Gabriel Rossetti, Arnold Feuerbach, Francisco Díaz Carreño, George Watts. Significativas son también las esculturas de Pizzi, autor, asimismo de la estatua de Dante en la Piazza Santa Croce, en Florencia, y especialmente de Auguste Rodin, cuyo grupo escultórico expresa un vibrante sentimiento.

También los músicos han sido atraídos por esta historia de amor y de muerte, tanto en el campo sinfónico como en el lírico, aunque la mayoría de las óperas no han resistido el paso del tiempo. La primera Francesca da Rimini, debida a Luigi Carlini, fue ofrecida en el teatro San Carlo de Nápoles en agosto de 1804. Éste y los colegas que musicalizaron el mismo Francesco Morlachi, Saverio Mercadante, Giuseppe Staffa y Franceso Cannerti tuvieron como colaborador literario al mismo libretista, Felice Romani, que como es sabido, proveyó de más de cien libretos a los máximos operistas de su tiempo. La lista puede completarse con las Francesca da Rimini de Pietro Generali, Antonio Cagnoni, Antonio Bran caccio, Hernán Goetz, Ambroise Thomas, Eduard Napravnik, Serguei Rachmaninov, Emil Abranyi y Luigi Mancinelli. Con el título de Paolo y Francesca, la ópera de Mancinelli -también director minsigne, tuvo su premiere en el Teatro Comunale de Bologna, en 1907, un año antes de que su autor asumiese la dirección de Aida cuando se inauguró el Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires. Obviamente, sólo la Francesca de Ricardo Zandonai regresa periódicamente al repertorio de los teatro de hoy.

Cabe aún mencionar algunas creaciones sinfónicas que abrevaron en la misma fuente: la fantasía sinfónica Francesca da Rimini  (1876) de Chaikovski, la música de escena compuesta por Gabriel Pierné para el drama de F. M. Crawford, conocido en el Teatro Sarah Bernhardt de París, en 1902, y el poema sinfónico Paolo y Francesca del compositor danés Paul August von Klenau, ejecutado en Viena, en 1924.

 
 

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© Helios Buira

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